Monterrey, N.L.-
En el marco de la Feria Internacional del Libro Monterrey, catedráticas del Tec de Monterrey analizaron la actualidad e importancia del concepto del ecofeminismo y su relación con el desarrollo sostenible.
Yenisey Valles Acosta, Claudia Wittig Rosales, Eloisa Heredia Escorza y María José Camacho Gómez fueron las participantes en la mesa redonda: “Ecofeminismos y Desarrollo Sostenible: Puntos de Encuentro y Desencuentro”.
Ahí las catedráticas participantes hicieron una revisión histórica del ecofeminismo y la sostenibilidad como alternativas al modelo de desarrollo vigente y se realizó una crítica y reflexión sobre la colonialidad de lo que se ha considerado el desarrollo sostenible y sus puntos de desencuentro con la perspectiva ecofeminista.
Además se abordó el cuidado de la vida desde y con la espiritualidad, además de ver al ecofeminismo desde los ojos de las neurociencias y psicología de la conciencia.
En su ponencia, la doctora Valles Acosta presentó un breve marco histórico para los ecofeminismos y desarrollo sustentable donde, desde la década de los sesentas, se comenzó a manejar el concepto de que los humanos no son dueños de la naturaleza sino parte de ella, mismos que encontraron explicaciones desde el punto de vista feminista.
“Los ecofeminismos proponen un cambio de paradigma para salir de la crisis civilizatoria. Fundamentalmente, los ecofeminismos critican el pensamiento dualista que ha servido para dividir el mundo en una parte idealizada y correcta de la Humanidad -conformada por lo masculino y lo occidental, lo heterosexual, blanco, lo público y cristiano- y justificar su dominación sobre su contraparte considerada inferior, donde está lo femenino, la diversidad sexual y de género, los países no industrializados o ‘en desarrollo’”, explicó.
Por su parte Wittig Rosales criticó el enfoque antropocentrista del cuidado del medio ambiente con el objetivo de servir al sostenimiento de la vida humana; alejando, nuevamente, al ser humano del concepto de naturaleza, para convertirla en un mero recurso para su supervivencia.
“Se plantea analizar cómo la perspectiva decolonial debe intervenir en la construcción de lo ‘sostenible’, de aquello que permita que las epistemologías de distintas comunidades y grupos, tradicionalmente desestimados, brinden una mirada alternativa a la visión tradicional sobre cómo convivir con el medio ambiente”.
En su disertación Camacho Gómez detalló que de acuerdo a Zarzosa, la espiritualidad tiene que ver con el modo que elegimos comprender nuestro lugar en la historia, con el modo de situarnos y ejercer nuestra humanidad en vinculación con las demás personas y con la comunidad de vida, es decir, con eso que, de una manera muy occidental, llamamos “naturaleza”.
“La espiritualidad tiene que ver con cómo vivimos, con cómo intentamos comprender el mundo, la realidad histórica y nuestro propio proceso de humanización para, a partir de ahí, tomar decisiones concretas.
“La espiritualidad, entonces, no es nunca una dimensión que se vive de manera aislada, en lo individual, no. Hay prácticas espirituales que suponen ratos de meditación, contemplación, oración, todo esto es muy importante en el proceso de comprender el lugar que ocupamos en el cosmos, en el mundo, en la sociedad, en la comunidad, pero esos ratos, esos momentos de silencio, o más bien, de ‘escucha silenciosa’, han de fructificar en la toma de decisiones concretas”, sentenció.
Al hacer uso de la palabra Heredia Escorza destacó y recomendó la lectura del texto “Mujeres que danzan con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés quien recopila distintos cuentos y relatos de diferentes culturas a través del tiempo y en donde se encuentra que en toda mujer se encuentra el arquetipo de la mujer salvaje que proporciona la fuerza interna con la cual alcanzara los objetivos y derroteros que ella trace para su destino.
“¿Cuáles son ahora las lecciones que rescatar de estos relatos, de estas narraciones y de estas estructuras arquetípicas? ¿Cómo poner en marcha procesos de autoconocimiento que conduzcan a grupos específicos de mujeres vulnerables como las adolescentes y las niñas a reconocer su propia fuerza interior, su fuente de resiliencia y la claridad de toma de decisiones?
“¿Constituyen recursos útiles para apoyar procesos de toma de consciencia? ¿Se hacen necesarios estas opciones en abanicos más amplios ante la diversidad de opciones sexuales y de género?”, preguntó.