Quisiera escribir sobre la victoria de Donald Trump hasta que se me cansen las yemas de mis dedos por golpear el teclado de mi computadora, pero no lo hago porque no quiero ofender a personas que aprecio de origen mexicano y que, seguramente, votaron por él.
Además porque no tuve el pulso ni seguí de cerca las campañas en Estados Unidos por atender otros asuntos más relevantes y de mi interés en México, como fueron nuestras propias elecciones presidenciales y las de Nuevo León.
Por eso no metí mi nariz en asuntos que no me incumben.
Hace ocho años, cuando Trump enfrentó a Hillary Clinton, dediqué mucho de mi valioso tiempo en opinar sobre el republicano, son todo por su verborrea hostil en contra de los mexicanos que nos reducía a lo más miserable del planeta, según sus discursos para ganar votos anglos, puros, rubios y de ojos azules.
Me irritaba que el entonces candidato que ganó en 2016 agarraba parejo al reducirnos a criminales a todos los que radicamos al sur del Río Bravo, amenazando con levantar un muro de San Ysidro a Brownsville -que lo inició y quiere terminar-, para detener la migración ilegal y al crimen organizado.
Repito, no quiero abordar temas tan polémicos como la deportación de compatriotas radicados desde hace décadas en su país; quitarles beneficios para dárselos a sus güeros, y regresar a Estados Unidos capitales invertidos en México que generan puestos de trabajo, entre otros, porque son complejos y mejor se los dejo a los economistas para su análisis.
Tampoco quiero escribir de más, pero las estadísticas empiezan a aflorar en las últimas horas como pasó en 2016 y 2020, esa vez derrotado por Joe Biden, de que millones de paisanos ya regularizados -y otros nacidos allá de padres mexicanos y ya no hablan castellano-, votaron por Trump pese a toda su hostilidad anti-mexicana y latina en general.
Mi deseo es que Dios bendiga a los estadunidenses, reiterando que ya no tengo dudas de que parte de la población del planeta enloqueció en la última década. Y que también Dios nos perdone por tantos pecados (electorales) cometidos.
P.D.- No crean que voy a quemar mi visa en un en vivo en Facebook, porque desde que tengo algo para gastar en ciudades fronterizas de Estados Unidos no sólo me aprovecho de sus ofertas, sino disfruto mis viajes familiares a ciudades que, la mera verdad, no tienen mother. He dicho.