La noche del viernes 15 de noviembre será recordado por tener el regreso de una de las figuras más controversiales en la historia del boxeo profesional como lo es “Iron” Mike Tyson, para enfrentarse a Jake Paul en pelea que los organismos rectores del pugilismo la reconocen como una pelea oficial. Aunque cada round duró dos minutos (pelea pactada a ocho rounds), muchas personas quedaron decepcionadas al ver el pésimo estado que se presentó Tyson a boxear luego de casi 20 años de su última pelea oficial (sin contar las ocasiones que estuvo en problemas judiciales); además que de cada pelea de Jake Paul hay controversia porque se ha enfrentado a veteranos y celebridades ajenos al deporte. En esta ocasión las llevaba de perder si era vencido o vencía a un hombre de 58 años (y antecedentes penales).
Lo visto anoche en el AT&T Stadium nos dio entender una sola cosa: que no importa el deporte que uno practique, que al final de cuenta el padre tiempo siempre saldrá ganando. Y esto lo hemos visto en los últimos años donde veteranos de los deportes de contacto vuelven ya sea por una noche o por una temporada, y uno como fanáticos y/o periodista te das cuenta que los años no pasan en vano y que hay que saber cuándo parar, y más si hay dinero de por medio. Ya que se supo que Tyson por solo presentarse en el cuadrilátero y poner algunos traseros en las gradas del estadio y vender la pelea por Netflix, se llevó la cantidad de $20 millones de dólares.
Y si hablamos de lucha libre, uno de los casos más sonados siempre han sido los eventos que se realizan en Arabia Saudita, ya que los mismos jeques (demasiado desactualizados) exigen tener a tal(es) luchador(es). Aquí destacamos (de manera muy deshonrosa) dos luchas que se realizaron en los primeros años del acuerdo entre WWE-Arabia Saudita: la lucha de parejas entre “Los Hermanos de la Destrucción” Undertaker y Kane contra D-Generation X (Triple H y Shawn Michaels), siendo el regreso a los cuadriláteros de este último tras ocho años de retiro. Aquí pudo más los petrodólares para sacar a Michaels del retiro en lugar de enfrentarse a uno de los mejores del negocio como A.J. Styles un año antes, todo para darnos una de las peores luchas que los cuatro hallan dado: Triple H lesionándose al inicio, Kane perdiendo la máscara a media lucha, lucha muy lenta (se entiende por la edad de los cuatro) y varios horrores (por no decir errores) provocaron que esta lucha nunca sea mencionada por los fanáticos y fingir que esto nunca pasó y fue una simulación muy realista del WWE 2K19.
Y la segunda, fue el mano a mano entre Undertaker y Goldberg. Una lucha que debido haberse dado en los noventa cuando ambos estaban en su mejor momento, pero estaban en diferentes empresas; o en el 2003 cuando el ex monarca de WCW firmó con WWE, pero estaban en diferentes marcas. Los árabes de nueva cuenta dejaron caer los petrodólares a la empresa para presentar a dos veteranos ya pasados de sus mejores días dando la peor lucha del año 2019. Goldberg empezando a sangrar antes de luchar (siempre se golpea la cabeza con la puerta antes de luchar) y luego dándose otro golpe en la cabeza cuando le esquivaron su lanza e impactándose en el poste, donde terminaría con una contusión que imposibilitó todo planeado para la lucha. Y la cereza del pastel, Taker aplicando de lleno su martinete “Tumba Rompe cuellos” dejando caer la cabeza de Goldberg sobre la lona y con este último aplicando su “Jackhammer” que más bien pareció un Brain Buster que estuvo a centímetros de mandar a Taker al otro mundo; y con una garra contra lona mal aplicada y una cara de disgusto por parte de Taker, dieron por terminado tremenda tortura visual.
No solo en WWE se han visto estos casos, en otras empresas de menor exposición. Y uno de los más sonados siempre será el “Eloy Cavazos de la lucha” o el “Monte de Piedad de la lucha” Terry Funk (+), mote que se lo ha ganado a pulso porque cada vez que se presentaba se decía que era su última lucha, solo para que volviera a subirse. Por fortuna, este fetiche de retirarse y volver, y volver a retirarse, terminó en el 2017 antes de tener problemas severos de salud que a la larga lo llevarían a la tumba. Y hablando de gente que tuvo retiros bonitos y que ellos mismos arruinaron, destacamos a Ric Flair, que se había retirado en el 2008 tras perder una lucha donde su carrera estaba en juego ante Michaels en WrestleMania, solo para que al año siguiente se volviera a subir en la empresa de Hulk Hogan en Australia, y en TNA en el 2011 para una última lucha contra Sting, y todo por dos palabras que rodearon su cabeza cuando se le acabo el contrato con WWE en el 2009: Tengo Hambre.
Cuando se trata de nuestra lucha libre, parece el Padre Tiempo no ha salido victorioso con algunos luchadores que se niegan a retirarse. Alguno de los casos más comentados por parte de los aficionados siempre han sido El Rayo de Jalisco Jr. y el legendario Mil Mascaras que continúan luchando a pesar de su edad y estado físico que han desatado diferentes opiniones, en especial burlas de la afición donde comentan que Mil Mascaras lucha a cámara lenta y que un costal de papas se mueve mejor que el hijo de Max Linares. Aquí no voy a mencionar a Latín Lover que está en Triple A amasando dinero, por lo que la gente le comenzara a llamar Latín Afores, pero al menos no se ha subido (hasta el momento de la publicación de esto) al cuadrilátero de nuevo. Ni tampoco a Sting que a sus 60 años continuó luchando, y luchando como sus mejores tiempos hasta su retiro este año; además de que sus últimas luchas siempre han sido por equipos en AEW.
La moraleja de la historia es: no manches un legado por querer demostrar que aun puedes seguir, ni todo el dinero servirá para limpiar un legado manchado por tu terquedad.