Lo que pasó en San Pedro Sula fue algo que muchas veces antes ha sucedido.
Que a los mexicanos les dé frío el ambiente hostil y se achican.
De principio, pintaba aquello que sería una pelea de perros donde los hondureños, futbolísticamente –en teoría– de un nivel más bajo que los aztecas, se trenzarían a una lucha cuerpo a cuerpo poniendo como pretexto el balón de por medio.
Eso parecía…
Huerta mandó uno a la enfermería y ahí en los primeros escarceos y comenzó la lloradera. Cada catracho que chocaba con mexicanos, se tiraba al pasto, la grada pitaba y el juez también.
No se crea, al nazareno también se le arrugó el espíritu. Por eso inventó faltas de la nada y hasta al Tri le regaló un tiro libre cuando Jiménez también se dejó caer. Algo que Raúl jamás hace en la Premier sin motivo. Acá es diferente.
Los de blanco pasaban apenas con ciertos apuros el mediocampo y su única misión parecía defenderse de la mejor manera ante un equipo azteca que tampoco traía mucho parque. Ni tino, ni ideas.
Los de la H le habían tirado apenas dos tristes balones a las manos a Ochoa y México, si hubiera que resolver la ofensiva del Tri en una línea, sería para describir un tiro violento de Quiñones que besó el poste derecho. Y paremos de contar.
Antes porque Televisa imponía a Quiñones y a Ochoa hoy, no se sabe quién pero ahí los tienes, igual no se nota que sus desatinos afecten tanto al grupo, si aparte trae otros siete que nada tienen que hacer en un representativo nacional.
En el de Nicaragua o Guatemala tal vez, pero no en el de un país de 125 millones de habitantes.
Y para ser precisos, ni el DT tendría que ser el que dirigiera, si en dos oportunidades antes, tampoco ha ganado nada.
Más allá de los elogios desmedidos por lo que hacen en la Liga local, algunos de estos muchachos no tienen el nivel, pero los del micrófono los tienen que ensalzar porque juegan en sus equipos favoritos o porque la Liga o la FMF o Comisión De Selecciones les manda decir con una transferencia lo que hay que decir en favor de ellos para que no se note mucho que no saben jugar futbol debidamente.
En la Liga algunos se descosen en elogios para algunos elementos que ya en la realidad les tiemblan las piernitas, titubean, tartamudean y no saben qué hacer.
Montes, le pegó a un balón como niña de la liga infantil, a cualquier lado para que los hondureños consiguieron su primer gol.
Luego, el Tri dejó de tener la pelota, todo mundo se escondía, nadie se hacía responsable para sacar la cara y pedirla e intentar e ir al frente y vino el segundo, cortesía de un jugador que anduvo en Europa y regresó tan inútl como cuando se fue… de esos laterales de los surgidos en tierras laguneras que no saben atacar, pero defender tampoco y se nota mucho, menos, quien debe notarlo que es el DT nacional y por eso tiene por lo menos cuatro de ese tipo.
El segundo gol –como el primero– provino por ese costado derecho con la compañía –decir marca sería un elogio excesivo– del custodio de esa zona que andaba no sé donde, haciendo no sé qué.
Contra el segundo equipo de Estados Unidos hace algunos meses mostraron cierto carácter para meter el cuerpo, la pata y hacerse sentir. Ante los hondureños volvieron a ser el equipo mediocre que se asusta en cuanto alguien les pisa fuerte, los empuja y les muerde los tobillos.
Así va a ser…
Son tres o cuatro los que realmente tienen la pasta y la calidad para vestir honrosamente la camiseta nacional.
Todos los demás ahí, sobran.
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La Final del futbol femenil quedará de nuevo en casa, tal ha sido la costumbre desde que se formó la Liga.
Las felinas de nuevo dejaron fuera a las americanistas, pese a los esfuerzos del cuerpo arbitral que les voló a las de casa un tiro penal y un gol legítimo.
Eso sí, las de Tigres parecían hombres, por lo marrullero que se vieron fingiendo lesiones, sobre todo una que trae el 14, una muchachita que nada más en todas las que pierde el balón, se tira y finge faltas.
Rayadas va por las Tuzas y llegarían a la cita ante las felinas, aunque les arda en lo más recóndito de su alma a los chilangos que odian todo lo que sea norteño… sentimiento, desde acá, bien correspondido.