¿Porque Monterrey es la capital del futbol femenil en México? Después del partido de este lunes, la pregunta es más que contundente, incluso para muchas jugadoras que juegan en Tigres y Rayadas.
El duelo de vuelta de la gran final no dejó dudas de que la calidad, el pundonor y la garra con la que Rayadas y Tigres se entregaron hasta la serie de penales son para cualquiera, por más historial y por más recorrido que se tenga.
Desde la liguilla, lo que hicieron los equipos regios fue sublime. Aguantaron cuando hubo que aguantar los marcadores, fueron contundentes cuando las rivales se descuidaron y supieron soportar la presión en los momentos de apremio.
Del lado de Tigres, la gris actuación de Jennifer Hermoso en la final se notó aún más con el corazón que dejó en la cancha su compatriota Lucía García. Alexia Delgado pasó desapercibida cuando Rebeca Bernal nuevamente dejó el alma.
La cereza en el pastel fue el zapatazo de Katty Martínez cuando el juego agonizaba en el tiempo regular para empatar, irse a los penales y sacudirse de una vez los fantasmas de la exjugadora de Tigres.
Jaqueline Ovalle, envuelta en una nube de humo vendido desde España, tuvo en su mágica pierna izquierda el penal que sentenciaba, y sorprendentemente se lo entregó a Pamela Tajonar.
Llegaron los penales y, como en los 98 minutos anteriores, la calidad hizo su parte y separó a las buenas de las mejores.
Heroicas hasta el final, las Rayadas lograron lo pocas veces visto: aplastar al perfil tigre y arrebatarles la copa.
Se ve muy difícil que el resto de los equipos puedan alcanzar pronto la intensidad con la que juegan Tigres y Rayadas, únicas bicampeonas en la breve historia del futbol femenil.