Faltaba un minuto, el balón fue rechazado en el área de las Amazonas y salió disparado hacia el mediocampo cerca de las bancas, Lúa Calderón, la veloz lateral corrió como Usain Bolt hacia el balón, vio a sus compañeras que le señalaban el área, sabían que solo quedaban segundos y la final se les iba de las manos frente a las rivales de siempre, de las que si toman el fútbol femenil en serio.
El esférico voló por todo lo alto, se dirigía hacia el área y ya solo la esperanza quedaba ante un marcador adverso que advertía ante 50 mil espectadores que la copa tenía dueña, Milagros Martínez hacía honor a su nombre y vencía momentáneamente a su contraparte de Centroamérica, pero el destino tenía preparado otro final, uno donde una asesina del área, amiga del gol y de corazón albiazul entraría para borrar un torneo bizarro y mandar el balón al fondo de las redes para despertar el grito ahogado de tanta gente que veía como el partido se iba de las manos después de dos escapadas de una “Maga” que hizo los trucos para tener otro trofeo en sus vitrinas.
Amelia mandó el cambio justo cuando paraban un penal que era decisivo, Tajonar lo predijo en el vestidor y paró todo lo que iba desde los once pasos hacia su meta, y justo en ese momento la historia marcaría la entrada de la que una vez fue histórica para pasar al odio en San Nicolás, Katty para los amigos escuchaba las últimas palabras y entraba para sentir lo que es triunfar desde el corazón con el equipo que fraguó las esperanzas de su niñez.
Los penales fueron un trámite ante una portera que podría ser la madre de algunas jugadoras, pero con la experiencia, sapiencia y carácter que permitió detener cualquier intento de rebelión amazónica.
El festejo no podría ser menor, ganar 2 ligas en un año y ante equipos de envergadura, tener jugadoras que marcan una época y dejan más que solo minutos en el campo, lograr vencer fantasmas y marcar diferencia no solo en el carácter sino el estilo y capacidad para dominar un pedazo de plástico que con la adecuada técnica puede llegar a ser arte.
A todos los que dudamos, ahora nos callamos, a todos los que creyeron, disfruten el fruto de su fe, y para los que no saben que es el fútbol femenil, los invito a visitar un deporte convertido en espectáculo que brinda emociones sin malicia, que enamora con su esfuerzo y que pide a gritos nuestra atención para forjar las metas de muchos niños y niñas que ven en este tipo de triunfos un anhelo futuro que los llevara a tener una vida más activa y sana en aras de un día meter un gol a lo “killer” y festejar ante un estadio repleto de aficionados que no ocupan que les roben el cerebro, sino ser entretenidos y motivados para salir con una sonrisa de un estadio que te exige al menos una hora de traslado y gastar una cantidad interesante en comida y bebida.
Al final la lucha, entrega y calidad en el campo que vimos en la final regia del fútbol femenil es algo para recordar, un campeonato en las vitrinas que hará recordar en la memoria la importancia de invertir en el presente y futuro de un deporte que impacta a miles de niñas que buscarán emular a Rebeca, Cristina, Merel, Pamela y Lucía, por lo que la tarea de la directiva será mantener y mejorar este equipo para comenzar a plasmar un mayor dominio en el campo que nos permita mantener con bienestar y fuera de problemas cardíacos a los que gozamos de ver este tipo de partidos.
Un juego más para recordar, uno épico y con tintes de Hollywood que nos presagia más finales regias para postergar las epopeyas que estas chicas nos brindan cada que saltan al campo para plasmar el amor a un deporte que mueve masas y nos brinda momentos de alegría que perduran con el tiempo.
Que siga la fiesta y ahora a plasmar ese juego en el plano internacional, que equipos como el actual deben aprovecharse y ponerlos en el mapa continental y mundial.
¡Saludos desde el sillón!