Alguna vez le pregunté a don Carlos Miloc qué sentía cada vez que ganaba un Clásico o al menos no perdía.
“Nada”, me dijo con aquella sabiduría, con aquella voz grave donde las palabras no parecían salir de su amplia caja torácica, sino de un corazón que siempre se brindó más que el 100 por ciento por la causa.
“Nada, sólo uno más…” completó la frase, rodeado de ese escenario de cerros, en la terraza de su casa en la colonia Lomas del Roble, en San Nicolás de los Garza.
En vísperas de correr una edición más del Maratón Powerade Monterrey, me hago a mí mismo esa pregunta.
-¿Qué se siente correr un maratón más?
-Nada, uno más.
Por algo el circuito de 10 kilómetros que corremos como entrenamiento, cada semana, desde la pista de la colonia Periférico, atravesando por la Almazán, y de regreso, incluye pasar por enfrente de la casa de don Carlos, justo después de enfrentar una de las más pesadas pendientes de la ruta.
Un Clásico más, un maratón más…Ahora entiendo la profundidad de aquella respuesta.
Y es que la vida está llena de pruebas, tantas que es mejor centrarse en el presente, en el momento, en el aquí y el ahora. Disfrutarlo…por ahora, uno más, ya vendrán otras pruebas, otros maratones.
Es el maratón de casa, un desafío de un largo trayecto en subida, de puentes que nos harán subir y bajar, de administrarse en lo físico, pero sobre todo en lo mental, de mucha estrategia.
Una noche antes, sin embargo, estaré en el estadio del Monterrey, en la cobertura de la Semifinal de Vuelta Rayados vs San Luis.
¿Dónde estará mi mente? He decidido que en el partido, ya habrá tiempo para pensar que pensar en la mañana siguiente, ya habrá tiempo para pensar en el maratón.
-¿Qué pienso del siguiente maratón, dentro de unas horas?
-Nada, uno más.
Cuando escuchemos el disparo de salida ya será tiempo de disfrutarlo, de sufrirlo, de escucharlo, de aprender de su sabiduría, de gozarlo, de saber cuándo amarrarse, de saber cuándo dejarse arrastrar por la adrenalina o la euforia.
Mientras tanto, la respuesta es: “nada, uno más”.