Apreciado lector, escribo la presente columna motivado más en mis hijos que en mi mismo, aunque debo reconocer que el tema de la posible sociopatía dentro de nuestras vidas es una amenaza para todos.
El último día de octubre fuimos sumergidos en la noticia que un joven de 24 años, estudiante de medicina, que tenía participaciones periódicas dentro de la iglesia a la cual pertenecía había reaccionado imprevisiblemente para el ojo ajeno, con violencia extrema contra su novia, fuimos testigos a través de las imágenes, de su proceder deshumanizante, iracundo y descontrolado que con lujo de detalles alimentó el morbo de quienes encuentran placer en este tipo de disrupciones delirantes.
Finalmente, el supuesto agresor, Christian de Jesús, fue arrestado 38 días después, el 6 de diciembre de 2024 en un domicilio ubicado en Escobedo, Nuevo León. La frágil figura de este joven agresor, escoltado por agentes de la fiscalía de Nuevo León y Tamaulipas, físicamente más fuertes, no daba sustento a nuestra lógica humana para empatarlo con la bestial imagen del golpeador de Melanie. Su espigada figura y la fisonomía típica del enclaustrado por largo tiempo causaba más lástima que euforia de justicia. Una vida que prometía tanto como lo es el ser estudiante de medicina, en un chispazo de temperamento que solo ocupó quizá un segundo en su mente y lo llevó a tomar la peor de las decisiones, hoy lo tiene en una posición diametralmente opuesta al horizonte que tenía antes de todo este desaguisado.
Por otro lado, en otro punto geográfico del planeta, el 4 de diciembre de 2024, Brian Thompson, CEO de UnitedHealthcare, fue asesinado a tiros frente al Hotel Hilton en Midtown Manhattan, Nueva York. El principal sospechoso, Luigi Mangione, de 26 años, con un perfil que no daba para suponer en lo más mínimo que fuera capaz de hacer loque hizo. Graduado de una universidad de la Ivy League, un grupo de ocho universidades privadas en los Estados Unidos conocidas por su excelencia académica, prestigio histórico y exclusividad, lo que indica una alta capacidad intelectual y habilidades analíticas destacadas, con pensamiento metódico y estratégico.
Pudiéremos afirmar que el nivel de perversión humana de Luigi Mangione es superior al de Cristian de Jesús pues su comportamiento violento no fue producto de una emoción súbita sino más bien algo calculado con todas las características de la conducta del agandalle: premeditación, alevosía y ventaja, pues Luigi a diferencia de Cristian, planeó el timing de su violencia, es decir en la ecuación de su terror acomodó el momento preciso y adecuado para llevar a cabo su crimen, fue detenido el 9 de diciembre en Altoona, Pensilvania, tras una búsqueda de cinco días.
Sesudo lector, aunque los casos de Cristian de Jesús y Luigi Mangione, 24 y 26 años, son diferentes en sus detalles y motivaciones, se pueden identificar algunas semejanzas generales entre ambos individuos y sus situaciones. Me queda claro que hay muchas preguntas que nos hacemos cuando estamos expuestos tan deliberadamente al comportamiento sociópata y obviamente en la mayoría de los casos no podemos encontrar respuestas que nos parezcan lógicas si nos quedamos con la simple superficialidad del perfil de ambos antes de su crimen.
Por mucho que especulemos no podemos imaginar por qué. Nada suena creíble y pensamos de esta manera porque la mente del común de nosotros está atada a una conciencia y es cualitativamente diferente de la mente libre de conciencia de un sociópata, y lo que, justamente, los sociópatas quieren, lo que los motiva, se encuentra del todo al margen de nuestra experiencia. Esto agrava más la posible presencia de un personaje así en nuestras vidas o la de nuestros seres queridos.
Cristian actuó impulsivamente durante una discusión, dejando entrever una falta de autocontrol emocional y Luigi, aunque premeditó su acto, dejó ver una acumulación de frustración y enojo no gestionados. En ambos casos, la incapacidad para manejar emociones intensas resultó en actos de lamentables.
Tanto Cristian como Luigi cometieron actos violentos que ameritan una sangre fría y además tienen raíces en conflictos emocionales profundos, aunque en contextos muy diferentes. Cristian actuó impulsivamente en un entorno personal, mientras que Luigi llevó a cabo un acto simbólico y premeditado. Sin embargo, comparten patrones comunes como la falta de control emocional, las reacciones extremas ante frustraciones y el impacto de sus acciones en la sociedad.
Querido y dilecto lector, la seriedad y cercanía en tiempo de estos casos son una clara advertencia a estar mas al pendiente de a quién dejamos entrar e nuestras vidas y la de nuestros hijos, pues la sociopatía existe y puede estar cerca de nosotros, más de lo que podamos imaginar ya que su alta capacidad de camuflaje social los hace ver encantadores hasta que dejan de serlo. Pudiéramos estar hablando de un caso de salud pública.
El tiempo hablará.