Estamos a poco días en que los niños se levantarán temprano para abrir los regalos que recibirán en el pino de Navidad.
Muchos de los obsequios serán tecnología, porque es lo que piden hoy, sin embargo los adultos podemos hacer un regalo extra, uno que no está en la lista y que no implique tecnología.
Podría ser un libro, un diario, un juego de mesa para fortalecer la comunicación y convivencia en familia; podría ser también algo más rebuscado como un ajedrez o damas chinas o unos bastidores con acrílicos, pinceles, mandil y una paleta para pintar… ¡me proyecté!
Es poco común, pero sí se hacen este tipo de obsequios, como pinceles, libretas y otros insumos de arte, sobre todo a hijos adolescentes que se los solicitan a sus padres, pero sería mejor si empezaran a más temprano, como a los tres años.
Pero para ese rango de edad, recomienda que no sea óleo, porque aunque es una técnica muy noble (que se logra corregir sólo esperando a que seque, después pintas encima, sin ningún problema) es tóxico para los niños menores diez años.
El óleo se reemplaza por el acrílico, que tiene como inconveniente su solidificación rápida, al estar en contacto con el medio ambiente, pero se “activa” tan solo con un poco agua, por eso se utiliza en una paleta húmeda, que evita que eso suceda.
Es recomendable mantener los contenedores de pintura lo más herméticos posible, lavar los pinceles cada vez que se utilicen, ya que si se secan con pintura, será imposible sacarles los restos de material y perderán calidad al ser utilizados.
Para que los niños se inicien en el arte, no se necesita mucho, más que ropa cómoda para manchar, pinceles, bastidores o papel marquilla cortado del tamaño un poco más grande que una hoja de máquina, agua en botecito que se puede cambiar cada que se ensucie, un trapito, un lápiz, borrador, sacapuntas, puede ser un caballete, pero también sirve una mesa común.
Últimamente me ha dado por regalar estos materiales en cumpleaños a los hijos de mis amigas y quedan encantados, porque aunque aprecian el arte, no es común recibirlos o regalarlos.
Deberíamos normalizar esta práctica, porque a los niños y a los papás los hace muy felices, además de todos los beneficios que trae el arte para el desarrollo, como la motricidad fina, autoestima, comunicación, se agudizan los sentidos, la creatividad, entre muchos otros más.