Lo dicen los conocedores: la derrota, aceptada sin excusas,tiene una gran dignidad.
Es pesado reconocer la victoria del contrincante. Se requieregran acopio de madurez para aceptar que has sido superado. El rival fue mejor, observó un desempeño superior, ganó en capacidad. Merece levantar el trofeo. Quien consigue aceptar la supremacía del oponente, al finalizar una justa en buenos términos, ha crecido como persona.
Sergio Canales, mediocampista de Rayados, dio nota internacional esta semana al revelar un tatuaje que se hizo de la medalla de plata. La imagen corresponde a la presea que obtuvo al perder la final del torneo Apertura 2024. La Pandilla perdió 3-2 en marcador global, contra el América en la serie de ida y vuelta.
Él anotó uno de los goles en el juego primero. Pero al final las Águilas, en honor justiciero, fueron mejores y se llevaron el campeonato.
Llama poderosamente la atención el gesto del español, al mostrar el dibujo indeleble en la parte interior de su antebrazo derecho, como una cicatriz de guerra. Se lo trazó junto a otros de diferentes significados, hechos en otrasetapas de su vida.
Por lo visto Canales se parece mucho a esos hombres que asumen la vida desde una perspectiva filosófica. Los de cerebro sereno y corazón apacible hacen lo mismo. Por ahí se conoce la historia de Michael Jordan, el mejor basquetbolista de la historia, quien presume, entre sus antilogros, haber fallado miles de disparos al aro, y la pérdida de otros tantos miles de puntos. Pero sólo así, entre pifias, pudo llegar a la cima. Lo que consideró fracasos, las fallas en los tiros, cimentaron las bases de sus conquistas.
No se trata de refocilarse en la derrota. En lo absoluto. Quien tiene espíritu ganador entiende que el guerrero, en su ruta hacia el éxito, requiere descansos y una pujante dedicación que, eventualmente, lo enrumbará hacia el error. No se puede avanzar sin pifias. Pero no se debe tener miedo. El camino hacia la meta casi nunca es una línea recta.
Quienes han seguido la trayectoria del éxito debieron sufrirheridas en combate. Así como El Mago Canales, que se ha pintado una derrota como una marca para obtener, luego, una victoria mayor, otros han llegado al objetivo tras una maraña de pesares.
Hay tristeza, por supuesto, cuando no se obtiene el oro. Pero el europeo ha entendido la importancia de valorar la experiencia amarga. Los teóricos de las competencias coinciden en encontrar más enseñanzas cuando pierden que cuando ganan. El que canta las alabanzas a la diosa Niké puede sentir una dulzura incomparable del espíritu, pues nada se compara a la victoria. Quien, en cambio, siente en la garganta el sabor avinagrado del fracaso, puede sentirsedeprimido.
La vida le ha dado una lección dolorosa, pero de la que se podrá nutrir para fortificar el coraje y templar con fuego el acero del carácter. Es una forja dura, pero resistente.
Está visto, por la decisión de Canales sobre su piel, que la derrota no lo venció. Por el contrario, lo ha hecho mejor persona y más maduro.
Un aplauso para su corazón, hecho para sortear tempestades.