Argentina / Enero 5.-
Sus canciones serán testigo de lo que Sandro quiso demostrar: un amor a la vida y a la música.
“Sus labios de rubí, de rojo carmesí” se sellaron para siempre y ahora sus “nenas” le lloran en Argentina y el mundo.
Los altibajos con su salud alertaron a sus fans y a sus médicos, que hicieron todo lo posible por salvarlo unos con oraciones y los otros con la atención medica, pero Sandro de América dejó de existir este lunes, a los 64 años de edad, debido a complicaciones con un transplante de corazón y pulmones al que se sometió el 20 de noviembre de 2009.
La muerte del cantautor ocurrió tras permanecer internado en el Hospital Italiano de la ciudad argentina de Mendoza a consecuencia del deterioro de sus órganos, a raíz de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) que padecía desde hacía años.
Antes de las dos intervenciones de este lunes, Sandro había sido operado por última vez el 22 de diciembre pasado a raíz de una lesión en la tráquea.
El autor de “Mi amigo el Puma” y “Rosa, Rosa”, estaba internado desde el pasado 20 de noviembre en el citado hospital, donde recibió un trasplante cardiopulmonar como último remedio a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica que padecía desde hacía años, provocada por su adicción al tabaco.
La fama de Roberto Sánchez, reconocido a nivel internacional como Sandro de América, llegó gracias a su peculiar manera de interpretar las baladas; sin embargo, el cantante es considerado uno de los pioneros del rock en español.
“Me nutrí con el rock. Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que fuera quizás un delincuente”, aseguró en su momento el cantante argentino.
El destacado cantautor nació en Buenos Aires, Argentina, el 19 de agosto de 1945, y aunque la intención de sus padres fue ponerle por nombre Sandro, los funcionarios del Registro Civil no lo permitieron y fue llamado Roberto.
La pasión por la música siempre estuvo presente en la vida de Sandro, quien como muchos adolescentes argentinos, fue irresistiblemente atraído por Elvis Presley, a quien comenzó a imitar en el último año de la escuela primaria.
Su primera actuación fue durante una celebración de la independencia argentina (el 9 de julio de 1957), cuando su maestra de sexto año lo invitó a realizar su conocida imitación de “El rey”, lo que le valió los aplausos y la ovación del público asistente y despertó en él su vocación por la música.
Debido a la precaria situación económica de su familia abandonó sus estudios a los 13 años y comenzó a trabajar de repartidor de una carnicería, dependiente de una droguería y tornero, aunque en sus tiempos libres se dedicó a la música. Sus primeros aprendizajes se los debe a un amigo, Enrique Irigoytía con quien formó un dúo de voces y guitarras.
“El Elvis latino”
Para 1960 dejó atrás su nombre real (Roberto) para adoptar el que sus padres siempre quisieron para él: Sandro, y con el que se integró al grupo Los Caniches de Oklahoma con quien grabó su primer single, un rock en español de su autoría, “Comiendo rosquitas calientes en el Puente Alsina”, considerada la primera canción grabada de rock argentina.
El año siguiente la agrupación cambió su nombre por “Los de fuego” y en 1962 Sandro comenzó a ocupar el sitio del cantante. Se distinguió no sólo por su voz si no por su forma de bailar al estilo de Elvis Presley, lo que levantó todo tipo de polémica. De hecho fue llamado entonces “El Elvis criollo” o también fue conocido como “El Elvis Latino”.
El argentino terminaba su show después de saltar de un lado hacia el otro y tirándose por el suelo sobre sus rodillas, además hacía que sus seguidores imitaran sus movimientos frenéticos, y sobre todo que sus seguidoras, gritaran, lloraran y se desmayaran.
A mediados de 1967 Sandro lanzó su último álbum de la etapa roquera bajo el título de Beat latino.
En la segunda mitad de la década Sandro cambió la chaqueta de cuero por el esmoquin y la corbata, los jeans por los pantalones acampanados, pero conservando el pelo largo revuelto y la patillas largas y los movimientos convulsivos a lo Elvis, que profundizó desarrollando un estilo propio que terminó siendo su marca personal.
Entre 1969 y 1980 Sandro realizó 12 películas y 35 álbumes, entre los que destacan “Sandro de América” y “Sandro”, de donde salieron sus grandes éxitos como “Yo te amo”, “Trigal”, “Rosa, Rosa”, “Guitarras al viento”, “Hasta aquí llegó mi amor”, “Por eso bebo”, “Cuando existe tanto amor”, entre otras.
El 11 de abril de 1970 se convirtió en el primer artista latino en actuar y llenar el famoso estadio del Madison Square Garden, en Nueva York, actuando frente a más de 250 mil espectadores.
A lo largo de su exitosa carrera, Sandro convirtió sus eróticos movimientos en el escenario en un sello personal que enloqueció durante décadas a miles de mujeres que siempre, sin importar el paso de los años, se mantuvieron como sus fieles admiradoras. “Mis nenas”, así bautizó el cantante a las fervientes fanáticas que fueron envejeciendo con él y que cada 19 de agosto iban a su casa a desearle feliz cumpleaños y a recordar la época dorada de los conciertos en los que le aventaban ropa interior al escenario. Hoy son las que más lo lloran.
En Argentina, donde era un verdadero ídolo popular, se discutía si, tal como ocurrió con Mercedes Sosa el mes pasado, sus restos serán velados en el Congreso o si se decantarán por el mítico estadio Luna Park. Le sobrevive su esposa, Olga Garaventa.
Discussion about this post