México, D.F. / Dic. 12
Bermellón, escarlata, carmesí, carmín, borgoña, granate. Rojo y todos los rojos. Rojo sangre, de baile en el Azul sobre Cruz Azul. Aquelarre endemoniado de un Toluca que venció 0-2 y huele a campeón.
El azul, lo de siempre, frío, sea el azul cielo, celeste, turquesa, ninguno pinta, menos si como Gerardo Torrado aparece con los pies amarrados, amedrentado porque le muestren un cartón amarillo. Así pena en un medio campo plagado de pingos salvajes. De un Sinha gigante. De 10 pintado, natural, brasileño, mexicano, da igual, Antonio Naelson da un concierto. Le quiebra la cintura a Beltrán, a Torrado, a Riveros. Es el conductor de un equipo al que se le acusa de ultradefensivo, qué sería si se decidiera a ser ofensivo.
Escarlata. José Manuel de la Torre maneja un todo terreno donde Mancilla es su primer defensor y Cristante el primero en orquestar un ataque. Por eso Cruz Azul pareció ni siquiera meter la manos.
Carmesí. Porque la ausencia de Julio César Domínguez terminó por ser la llave del Diablo. Por ahí, donde falló Lozano y el chamaco Alejandro Castro, se coló Paulo da Silva para alborotar a la Perra Brava (0-1). Tan perra como la marcación y el ataque del paraguayo.
Borgoña. Sólo eso fue ayer el azul, un puñado de nombres sobre un lienzo verde, superados por una mancha borgoña ¿Y Lugo y Villaluz? Desaparecidos. Opacos ante un cavernícola de la media cancha llamado Romagnoli. Lentos ante la eficacia de Israel López, desapercibidos ante la contundencia del Amaury Ponce, con todo y su mazo de derecha que venció al largo Yosgart (0-2).
Granate. Habrá aún quién acuse al Chepo de tirarse contra su arco. Por supuesto que habrá que preguntarse entonces porque Toluca resolvió exacto el par de opciones claras que tuvo, mientras los cementeros tuvieron que esperar hasta el minutos 65 para al menos hacer suspirar a la afición de una colonia tan navideña como la Nochebuena.
Rojo. Porque hoy el fuego estaba entre los visitantes. Cruz Azul, sólo desesperado. Ahora sí, reclamando todo a Paul Delgadillo, extrañando como nunca a Camargo y su bandera. Exigiendo penalti en cualquier caída cercana al área como último recurso para prender a una afición frustrada por su Máquina desconchinflada.
Todos los rojos. Y es que el segundero corrió sin ton para los de azul desteñido. Indefensos para contrarrestar la multiplicidad de toques del infierno. De Sinha para Romagnoli, para el Amaury, hacia Mancilla, de nuevo a Sinha, más atrás a Da Silva. La Sangre abuchea, la Perra Brava festeja.
Rojo sangre. De grande a grande, de ocho estrellas a ocho estrellas, ayer la intensidad llegó desde el Estado de México. Un diablo que vino con teléfono en mano. Cristante, Romagnoli, Mancilla, bajaron del autobús con el celular al oído, quizá era una llamada del averno. Quizá para sugerir el tono de la mesa para un nuevo trofeo: Bermellón, escarlata, carmesí, carmín, borgoña, granate, rojo sangre. Aunque falten 90 minutos, los Diablos saborean e imaginan que como hoy, de baile ahora en la Bombonera. Otro aquelarre endemoniado de un Toluca que huele a monarca y a grande del futbol mexicano.
Discussion about this post