Buenos Aires, Arg.-
Cuenta la historia que un día el trabajador ferrocarrilero, Mario Bergoglio, le ofreció el siguiente consejo a su hijo Jorge, en ese entonces un joven sacerdote: “Cuando vayas subiendo, saludá a todos. Son los mismos que vas a encontrar cuando vayas bajando”.
Estas palabras quedaron muy grabadas en la mente de quien a partir del día de hoy será conocido como Francisco I, el primer Papa latinoamericano en la historia de la Iglesia Católica.
Quienes lo conocen aseguran que el nuevo Obispo de Roma quien antes de convertirse en cardenal, fue técnico químico, sacerdote y profesor de literatura, provincial.
Francisco I vivía en un cuarto de la Curia, del que salía muy poco. Salvo en contadas excepciones, en las que cena o almuerza en pequeños comedores populares, come solo y jamás acepta una invitación para ir a un restaurante.
Mientras está en Argentina, pasa sus días entre audiencias y reuniones. Responde metódicamente todos los llamados y, más allá de su fuerte carácter, trata de ser claro y suave en el diálogo.
Pese a su cargada agenda, siempre se hace tiempo para sus otras pasiones. San Lorenzo, la música clásica y literatura. Borges y Marechal, sus favoritos.
Es raro que salga de Buenos Aires. Cuando debe viajar a Roma por cuestiones religiosas lo hace siempre en clase turista y no son pocos los que lo han visto atravesar la ciudad metro o autobús para visitar barrios y villas alejadas.
El 19 de abril de 2005, día en que fue elegido Joseph Ratzinger como el nuevo Papa, el argentino quedó en el segundo lugar de las votaciones. En el tercero de los cuatro escrutinios, recibió 40 votos.
Hoy, es el encargado de llevar las riendas de la Iglesia Católica.
Discussion about this post