En la ciudad que se auto nombra “El condado de la gente que camina”, este 5 de agosto será ejecutado el mexicano José Ernesto Medellín Rojas, después de ser encontrado culpable de participar en la violación y asesinado de dos adolescentes, en Houston, en 1993.
Es en Huntsville, Texas, donde se encuentra la prisión de máxima seguridad The Walls (en español Las paredes), cuyo exterior es rojo intenso. Aquí, desde 1923, los presos son ejecutados por las autoridades tejanas.
Desde 1982 han muerto 408 personas en nombre de la justicia; 63 eran extranjeros que hablaban español.
A diferencia de lo que podría creerse, sobre el halo de muerte que envuelve al lugar, sus pobladores han ignorado el tema y hacen como que la prisión no existe.
“Te acostumbras a vivir aquí y a ignorar lo que sucede”, relató William Tanton, de 43 años.
Añade que el morbo de saber que una persona va a morir a manos de las autoridades, aunque no se le pueda ver, era un importante atractivo del pueblo, pero sus habitantes se cansaron de hablar siempre de lo mismo.
Hace un par de años, continuó, las autoridades decidieron dar un giro a la visión. “Así lo aceptamos todos; no está bien que te visiten por muerte, mejor que vengan a relajarse”.
Hoy, Huntsville, Texas, es conocido como la casa de Sam Houston, quien fue un estadista, político y soldado, oriundo de Virginia.
Samuel nació el 2 de marzo de 1793 y falleció el 26 de julio de 1863, después de consagrarse como una figura clave en la historia de Texas, incluyendo dos cargos de Presidente en ese entonces de la República de Texas.
En el centro del pueblo destacan las tiendas de antigüedades que son atendidas por personas de juventud acumulada quienes tiene su propio relato de porque se le cambio la imagen al pueblo.
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