México vive tiempos violentos, nadie lo puede negar.
Entidades como Tamaulipas han sido azotadas por el flagelo de la violencia, generada por la guerra del gobierno contra los grupos criminales y los enfrentamientos que se dan entre los integrantes de estas bandas.
Hoy, más que nunca, la incertidumbre puede sentirse entre la población, que no duda en cambiar su estilo de vida habitual con tal de pensar que está lejos del peligro.
Basta recorrer las calles de cualquier ciudad tamaulipeca en horas de la noche para verlas abandonadas, como si se tratara de un pueblo fantasma.
Ante esta situación no es de extrañarse que cada vez más personas decidan tener en sus hogares un arma de fuego para defenderse en caso de cualquier ataque que pudiera presentarse. Mientras más grande el calibre, mejor.
Desafortunadamente tener una pistola, un rifle o una escopeta en el hogar no es garantía de seguridad; la inexperiencia y el miedo son frecuentes detonantes de verdaderas desgracias.
Además, un apacible empresario, comerciante u obrero, nunca va a estar en condiciones de enfrentar a un grupo de delincuentes en una situación de emergencia.
Aún así son cada vez más las personas que deciden tentar a la suerte y adquieren, generalmente en el mercado negro, una pistola, escopeta y hasta fusil semiautomático.
La decisión es un verdadero albur, pues tener un arma en las manos no es suficiente, hay que saber utilizarla y estar preparado para afrontar las consecuencias de jalar el gatillo frente a otra persona.
Aquí es donde la situación se pone interesante, pues la vida de ese apacible comerciante u obrero puede cambiar para siempre.
Desde hace un par de años, la Secretaría de la Defensa Nacional ha implementado en el territorio nacional campañas de desarme en donde ofrecen todo tipo de bienes y servicios a cambio de las pistolas, rifles y escopetas que están en los hogares de los mexicanos.
Antes era todo un acontecimiento ver un revólver, mucho más una escopeta o una vieja metralleta oxidada.
Hoy las cosas han cambiado. El calibre y poder del armamento que la gente está entregando de manera voluntaria es cada vez mayor y aún se recuerdan las historias de gente que ha llegado con granadas, fusiles AK-47 o escuadras de uso exclusivo del Ejército.
Además, a diferencia de otras ocasiones, la más reciente campaña de desarme de las fuerzas armadas tuvo que terminar antes de lo planeado pues fue tanta la gente que llegó, que se les acabaron los recursos.
Estos programas oficiales se han convertido, quizás de manera involuntaria, en una ventana que nos permite ver el tipo y la cantidad de armas que existen en los hogares de Tamaulipas.
Si la fotografía es correcta, el poder de fuego de los ciudadanos ha crecido preocupantemente.
En estos tiempos donde comunidades del sur de la República han decidido ponerse una capucha y salir armados a las calles para auto protegerse de los delincuentes, vale la pena pensar qué es lo que pasaría si en la entidad todas las armas que están guardadas llegaran a salir a la calle.
La imagen no es alentadora, pues cuando se tiene a un grupo de personas hartas de la inseguridad y dispuestas a “defenderse” de quien creen que les va a hacer daño, las posibilidades de una tragedia crecen exponencialmente.
Tamaulipas está muy bien armado, que nadie lo dude. Ojalá la paciencia de la gente dure por mucho tiempo y no vaya a haber alguien que decida salir a la calle para buscar la justicia que las autoridades formales no les han podido dar.
Diasdecombate@hotmail.com
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