México, D.F.-
Su bigote le ha dado mucho. Personajes que tienen relación con las fuerzas armadas, como el detective Thomas Magnum de “Magnum P.I.”, se hizo famoso igual por sus camisas hawaianas y su gorra de los Tigres de Detroit que por su gran mostacho. Es Tom Selleck.
“Para mí el bigote no significa un símbolo de autoridad —como representante de la ley—, ni de masculinidad, más bien depende mucho del personaje que vaya a interpretar”, comenta Selleck en entrevista con EL UNIVERSAL.
“Si el personaje no lo requiere, no lo uso. Ya me lo afeité en otras ocasiones, como cuando interpreté al General Eisenhower hace años”.
En la serie “Blue Bloods”, que este domingo 24 estrena su tercera temporada por Investigation Discovery, los productores se lo requirieron y lo estipularon en una cláusula en su contrato, así que no puede quitárselo por ahora.
“En ‘Blue Bloods’ pude haber interpretado a Frank Reagan con o sin bigote, pero en el contrato la CBS me lo exigió. Sólo puedo cortarlo muy poco arriba de los labios y no debo quitármelo. No creo que Frank Reagan se lo rasure en el futuro, aunque yo sí lo haría porque no nací con el bigote puesto”.
El histrión comenta que incluso ha incorporado su característico bigote en la serie, justamente al final de cada capítulo, cuando reúne siempre a su familia en una cena.
“Mi personaje Frank pone mucha atención en que su bigote no se manche con la sopa o se le atore algún trozo de comida ahí”, explica el actor.
Pero en cuestión de practicidad… “Para mí es más cómodo dejarme el bigote que rasurarlo a diario porque me irrita mucho la piel”, dice el también protagonista de Tres hombres y un bebé.
Y aunque para productores y directores su bigote tiene un valor, él lo desestima.
“Es algo que no me quita el sueño de lo intrascendente que puede ser”, y reconoce que en una ocasión se lo rasuró a propósito para actuar en una película.
“Me quité mi bigote para ‘Folks!’, una película de humor negro, ahí quise interpretar un personaje muy distinto al que el público estaba acostumbrado a ver en mí. Deseaba causar una reacción inesperada en la gente”, cuenta.
Al final esa no fue una muy buena decisión. “La película se estrenó la misma semana que hubo los disturbios en Los Ángeles —ocasionados por la golpiza policial propinada a Rodney King—, entonces el filme pasó completamente desapercibido.
“Cuando fui a promocionar la película a Cannes, la compañía italiana que me contrató se lamentaba mucho por mi decisión de haberme rasurado. Los productores incluso llegaron a decir que si hubiera tenido mi gran bigote en la historia, entonces sí hubiéramos sido un éxito, pese a los disturbios”, recuerda Tom, quien reconoce que a muchos no les gustó verlo sin su distintivo facial.
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