Cuando parecía que estas fiestas navideñas y de fin de año 2008 terminarían entre botellas de sidra, pavo, tamales y sobrepeso, sucedió lo inesperado.
En un abrir y cerrar de ojos la economía mundial se sacudió abruptamente y los primeros indicios de una severa crisis también retumbaron en México, sobre todo con los primeros cierres de empresas y despidos.
Aunque el dólar se devaluó casi un 30 por ciento, esa situación no se vio reflejada en los cruces internacionales, porque miles y miles de mexicanos, desde Tijuana a Matamoros, siguieron –seguimos, dijo el otro–, con nuestra mala o buena costumbre de preferir comprar en Estados Unidos.
El dólar a 13 ó 14 pesos, siempre será el dólar. Ese billete verde que seduce a los más consumistas de los mortales en busca de artículos de moda que provocan envidias, aunque al final muchos de ellos tengan poca utilidad.
Por su parte, el sector que agrupa a los pequeños y medianos comerciantes mexicanos, no pueden sentirse mejor beneficiados con esta devaluación, pues los clientes estadunidenses, con su moneda fortalecida, incrementaron los cruces hacia México porque el dólar tiene más rendimiento.
Es completamente falso que la Navidad y las fiestas de Fin de Año serían amargas, aunque hay algunas voces que pronostican peores tiempos como recortes de personal y ahorro en diferentes rubros para enfrentar una crisis que, al menos sobre los puentes internacionales, fue totalmente invisible.
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