En caso de que no existan, tanto las escuelas privadas como públicas de cualquier nivel -pero quiero referirme a las universidades-, bien deberían de contar con códigos de comportamiento o ética para alumnos y catedráticos, los cuales deberían de aplicarse con severidad cuando sean violados.
Ignoro si a la fecha, cuando un estudiante está por ingresar a la UANL, UAT, UDEM, Tecnológico de Monterrey, Tec Milenio, UR y UVM, por citar algunas de las más reconocidas en el noreste de México, firma algún documento donde se lean las faltas graves que no deberá cometer.
Mismo papel que un catedrático, viejo o nuevo, tendrá al alcance de sus ojos para su firma cada vez que comience un nuevo semestre, para que no queden dudas sobre qué no deberá hacer en el plantel y con sus alumnos, y no habría ‘compadrito’ que valga para que lo salve de su expulsión.
¿A qué viene esta reflexión? Primero, al escándalo que desató una alumna de la FCC de la UANL, protestando por quién sabe qué en ropa íntima en un vagón del Metro de Monterrey.
Al mismo tiempo los usuarios de Internet supieron que la muchacha era una bailarina exótica de table dance en la capital de Nuevo León, quien está inscrita en la Máxima Casa de Estudios.
Hubo voces intramuros que pedían su inmediata expulsión y, como si fueran tiempos de la Santa Inquisición, ser quemada en la hoguera. En su defensa –me enteré– los actuales directivos de esa institución argumentaron que la protesta la hizo fuera de la facultad, así que no involucraba, ni dañaba, la imagen de la UANL.
Sin embargo, la fama de la teibolera universitaria fue creciendo, como seguramente el número de clientes que la van a ver contonearse tomada de un tubo, o que la contratan para eventos privados, aprovechando las bondades de tener un perfil en Facebook o subir fotos en Twitter.
Y es precisamente esto último, después de ver sus elocuentes poses en la red social, el motivo que me orilló a escribir del tema, dejado en claro que no nací para ser sacerdote, como tampoco me asusta ver un cuerpo de mujer desnudo en Internet, pero considero que debe haber límites para no pasarse de la raya.
No voy a entrar en detalles sobre lo que se ve en esas fotos, pero supe de sus compañeros que fueron testigos presenciales, que era normal que en una fiesta en departamentos de estudiantes hubiera actos y poses sexuales a petición del delirante público, sin límites para la imaginación.
Lo sucedido dentro de un vagón del Metro, reitero, seguramente incrementó la fama y los ingresos de la joven quien, por cierto, tiene atributos físicos de sobra, así como todo el derecho de dedicarse a lo que se le pegue la gana.
Sin embargo, subir a la red esas fotos, en esas posiciones, creo que estaría violando un código de comportamiento al cual, una vez firmado, deberían apegarse tanto estudiantes como maestros en las instituciones de educación superior.
Hace varios años unos estudiantes de la católica Universidad de Monterrey, entre ellos una joven originaria de Reynosa, Tamaulipas, fueron detenidos y encarcelados por el delito de secuestro.
Con toda seguridad quedó inmediatamente expulsada de la institución. Pero ¿una vez cumplida la pena podrá regresar?, ¿qué posibilidades hay que eso suceda?, ¿tiene la UdeM un código de comportamiento para aplicarse dentro y fuera de las aulas?, ¿puede un secuestrador seguir tomando clases en línea dentro de la cárcel y graduarse?
Porque no solamente hay que satanizar a las universidades públicas que son receptoras de alumnos de los niveles socioeconómicos medio hacia abajo, en su mayoría, porque también en las privadas hay ‘alumnos problema’.
También los maestros deberían firmar un código de comportamiento que los aleje de caer en tentaciones tan comunes como acosar a alumnas e, igual de grave, ponerle un precio a la materia para pasar el semestre.
Porque no es posible que una esposa, al sentirse engañada y con pruebas, acuda al aula de una universidad y golpeé a una alumna por culpa de su marido galán o infiel: como tampoco se solape al maestro que pide descaradamente 500 pesos por acreditar la materia.
Si se trata de reformar, limpiar, poner orden y echar insecticida al sistema educativo de México, el presidente Enrique Peña Nieto debe tener mano dura y tomar medidas para exterminar bichos que tienen la desvergüenza de dar cátedra, cuando desde hace años deberían estar en la cárcel.
Twitter: @hhjimenez
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