Boston, E.U .-
El pasado 11 de septiembre del , Dzhokhar Tsarnaev se convirtió en ciudadano de Estados Unidos. Toda una ironía para aquellos que consideran al 11 de septiembre como una fecha fatídica.
Con sólo 19 años de edad y un aspecto inofensivo, la imagen de Dzhokhar parecía difícil de encajar en el patrón de un terrorista sanguinario con vínculos internacionales, según opiniones de analistas y expertos en asuntos de contraterrorismo.
A diferencia de su hermano Tamerlán, quien emigró a Estados Unidos con 20 años de edad y luego se hizo residente legal, Dzhokhar era conocido por su afición a la lucha libre, pero no por sus opiniones políticas o su devoción religiosa.
“Aunque aún es muy pronto para etiquetarlo, este caso tiene todo el sello del terrorista doméstico”, aseguró el profesor y experto en temas de terrorismo de la Universidad de Duke, David Schanzer.
“Basta mencionar que, ambos hermanos, llevaban más de una década en el país, no han viajado mucho por el mundo, no tenían recursos, no tenían un plan sofisticado para abandonar EU tras el atentado contra el maratón de Boston, los artefactos explosivos utilizados durante el ataque eran de una técnica muy rudimentaria que cualquiera puede obtener en internet.
“En suma, tiene todo el aspecto de un caso de terrorismo doméstico. Es la historia de unos jóvenes que decidieron llevar a cabo un acto terrorista a pocos kilómetros de su casa”, insistió el experto de Duke.
Aunque es posible que el hermano mayor haya tenido inclinaciones extremistas y que haya arrastrado a Dzhokhar por la pendiente de un aislamiento suicida y por una desafección hacia el país que le acogió como refugiado, resulta claro que ambos carecían de las típicas conexiones de un terrorista sofisticado e internacional. En pocas palabras, no son el prototipo del terrorista internacional entrenado en las inhóspitas llanuras de Afganistán o en el desierto de Yemen.
En medio de un rompecabezas difícil de armar, la historia de los hermanos Tsarnaev es hoy lo más parecido a una tragedia del Cáucaso. Abandonados a su suerte por su padre y su madre, ambos intentaban abrirse paso en la tierra de las oportunidades.
El mayor fue muerto por la policía en medio de una persecución y mientras huía torpemente la madrugada del viernes. Su hermano menor fue capturado al final de una búsqueda frenética.
Los más cínicos de los analistas, consideraban que el debut del pequeño Dzhokhar Tsarnaev, como terrorista de las grandes ligas es hoy toda una invitación al sarcasmo. Desde su residencia familiar en el estado de Maryland, su tío paterno Rulan Tsarnaev le repudiaba por su acción imperdonable y le invitaba a entregarse y pedir perdón a sus víctimas.
“Si estas viendo esto, entrégate y pide perdón”, le pidió su tío mientras le acusaba de ser una vergüenza para la familia y la nación chechena.
¿A un terrorista internacional le regaña en público un tío?, se preguntaban incrédulos veteranos analistas en asuntos de contraterrorismo.
Amistades, desconcertadas
Sus amigos, en el área de Cambridge, se frotaban los ojos mientras se declaraban desconcertados ante la descripción de terrorista de alta peligrosidad que le han concedido el FBI y la policía y las autoridades de Boston.
“Era un buen amigo. Cuando perdíamos un combate, nos animaba, nos aconsejaba. Nos cuesta trabajo creer lo que ha ocurrido”, declaraban todos ellos ante unos medios que siguen sin conciliar la imagen del terrorista extremadamente peligroso que han divulgado el FBI y la policía con las versiones de “buen chico” que han ofrecido amigos y familiares.
Desde Canadá, su tía Maret Tsarnaev, defendía al menor de los hermanos como un muchacho de “buen corazón”.
¿Pero conseguirá el FBI convencer a Estados Unidos y al mundo que los dos hermanos eran terroristas internacionales?.
¿O sus nombres pasarán a engrosar la lista de los terroristas domésticos que han sorprendido a propios y extraños con sus historias difíciles de digerir para un país acostumbrado al enemigo identificado que llega desde fuera?
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