México, D.F. / Octubre 21.-
La ciencia “se ha vuelto en contra de nosotros”, declara en un momento culminante el personaje principal de la película “9.”. Paradójicamente, la ciencia ha funcionado en favor de su director en la vida real.
Shane Acker es un joven veinteañero que apenas hace cinco años estaba en la escuela de animación. Como una tarea escolar, se dedicó a desarrollar un cortometraje de mensaje post apocalíptico en el que no hay rastros de la humanidad pero donde un puñado de muñecos de trapo enfrenta a las máquinas que se apoderan del mundo.
El trabajo fue seleccionado para competir por el Oscar y entonces el director Tim Burton vio un potencial para hacer un largometraje. Con toda la tecnología de animación a su servicio, el director invirtió tres años en la realización del filme.
El resultado se estrena este viernes en México y con ese motivo Shane Acker reflexiona sobre el asunto de la ciencia: “Los avances tecnológicos han provocado algunas desventajas o incluso serios problemas para la vida en general, pero el filme no tiene un mensaje anticientífico sino que es una historia de ficción que se pregunta qué pasaría si la tecnología fuera utilizada para fines malvados”.
Acker explica que en la realidad “la sociedad está en el momento justo para darle una segunda oportunidad a la ciencia, ya que aún estamos a tiempo”.
Respecto al hecho de haber recibido el respaldo de Tim Burton, el director señala: “Cuando recibí la autorización para producir el largometraje mi primera impresión fue de asombro porque yo era alguien sin experiencia, no tenía idea de cómo se hacía una película. Con la ayuda de Burton el equipo sintió que estábamos en un proyecto importante. Desde ese momento sucedió algo curioso: sentí miedo al fracaso. Gracias a eso me obligué a dar lo mejor de mí en cada uno de los procesos”.
Una vez superado el miedo, Acker está listo incluso para realizar la secuela de “9.”
“Cuando terminamos el rodaje, llegamos a la conclusión de que lo más probable es que la vida regresará a la Tierra”.
En caso de que se realice la segunda parte, Acker piensa incorporar nuevos elementos morales: “Me interesa desarrollar una nueva historia en la que sea más evidente la contraposición de la máquina contra el hombre y las consecuencias que ese enfrentamiento provoca en la naturaleza”.
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