Cuando por estos rumbos del Cerro de la Silla comenzó a cascabelear el Monterrey hace un rato, el nombre del profe Nacho Ambriz sonó fuerte para llegar a la dirección de la escuadra albiazul, pero se decantaron por traer a Javier Aguirre. En su lógica, “si Nacho era auxiliar de Javier, debe saber más Aguirre”, pensaron los directivos.
Ya vimos el resultado.
Aunque lo vieron dirigiendo en Querétaro y en León, la visión de un directivo no siempre es fiable en ciertos aspectos. Necesitas saber de fútbol para detectar lo que puede obtener un entrenador, con el material que tiene a mano.
Los de Toluca le dieron confianza y Nacho se dio cuenta que tenía mucha madera y poco talento; eligió algunos buenos futbolistas que él ya conocía y que en otros clubes ya no querían. Así llegaron Volpi, Meneses, Mosquera, Marcel, Fernando Navarro, Jordan Sierra y Sanvezzo, a quienes conocía de Gallos y León. Les agregó a Leo Fernández y Carlos González que llegaron de Tigres y Sebastián Saucedo, ex Pumas.
Añadió dos o tres de los que ya había ahí, mandó a volar a medio equipo e hizo el suyo, a su forma y estilo. Ahí están los Diablos en la cima de la tabla, sobre las poderosísimas escuadras de Tigres y Rayados que rondan una plantilla de los 70 mdd… ¿o no?
Salvo Claudio Baeza, por ahí Ortega y Angulo, a todos los demás los cambió. Entre todos los refuerzos para este torneo Toluca no se gastó más de 13.5 MDD.
Para que se den una idea, Maxi Meza –él sólo– costó casi 15 MDD, tardó tres o cuatro torneos en más o menos carburar y todavía ahí va. Al estilo argentino: juega bien un partido, dos camina, otro trota, otro corre, otro lo juega bien o al estilo de Florian Thauvin, el jugador mejor pagado de la Liga que ha estado acá becado ya un buen rato y salvo dos o tres chispazos, no dará más. Eso sí, venía tocado y los Tigres lo sabían. Como el “Toto” Eduardo Salvio, de Pumas, que viene de una rotura de ligamento cruzado de rodilla izquierda y no tarda en caer otra vez en cama por una buena temporada.
Pero decíamos que Ambriz ha sabido armar un equipo que juegue en una forma efectiva; que desdoble despliegue, marque y juegue en un ritmo que envuelva al rival, que pueda adormecerlo con un toque y toque y luego acabarlo con un latigazo fulminante.
Algo que no pueden hacer, por ejemplo, las Chivas de Ricardo Cadena.
Al pobre le dieron un equipo en teoría parece poderoso con Alvarado, Beltrán, Orozco, Sánchez, Cisneros, Ponce, Olivas, Vega, Angulo, Calderón, Sepúlveda, Brizuela y… más o menos.
Su problema es el ataque.
Tenían a JJ Macías y tronó. Lo operaron de rodilla; se dieron cuenta que traía rotura de ligamentos y tiene para nueves meses fuera; les quedaba el Chelo Ángel Saldívar, trajeron a JJ González, “El Tepa”, de la filial y a Santi Ormeño. De todos no se hace uno.
Para ponerlo en cifras frías. El torneo pasado la defensa central de Rayadas, Rebeca Bernal, anotó ocho goles; entre Ormeño, Macías y Saldívar anotaron cuatro o cinco… entre los tres.
Por eso, antes de que Amaury decida vender a Chivas o decida jalar la cadena y mandar al drenaje a Ricardo… debería ir antes y mandar a volar al otro Ricardo, a Peláez. No puedes enviar a la guerra sin armas a tu comandante. No seas ingrato. Si tú armaste ese equipo, tú debes entregar cuentas, antes de despedir al actual y andar negociando otro entrenador.
Probablemente no les hace falta un técnico, sino un dirigente.