La evolución cultural que como sociedad transitamos tarde que temprano llega al deporte profesional, para bien y para mal. Irónicamente, esa evolución nos tiene conviviendo en una época de apertura y negación en la que línea entre ambas es muy, muy delgada, y los criterios para definir que es aceptable o no son cada vez mas confusos, especialmente cuando se observan a través del lente de las redes sociales.
En días pasados ocurrieron dos momentos relacionados con el futbol profesional en México que reflejan perfectamente esa paradoja actual, en la que lamentablemente la tentación de alinearse con los extremos y adoptar posiciones radicales es muy, muy atractiva para adoptar, muy redituable en generación de contenidos y muy fértil para sembrar y cosechar intolerancia.
El domingo, un video capturó el momento en que el delantero de los Tigres, Carlos González, cantó unos versos del himno de los Pumas, su ex equipo, al inicio del partido entre equipos universitarios. Una vez que el video se hizo viral, aficionados y barristas de la UANL se le fueron a la yugular al jugador paraguayo, quien tuvo que usar sus redes sociales para justificar su canto y, veladamente, disculparse ante la hinchada por el lapsus verbalis.
Un segundo momento sucedió en el partido entre los equipos femeniles de Monterrey y América. Poco después del minuto 61, una falta y amonestación a Scarlett Camberos de las Aguilas, que en ese momento perdían 1-0, provocó que su entrenador ofendiera con su inglés británico a las jugadoras regiomontanas, lo que provocó su expulsión. El incidente creció y creció tras la denuncia en conferencia de prensa por la entrenadora Eva Espejo, y después un posicionamiento en Twitter por Janelly Farías, la capitana del equipo de la CDMX, en el que abiertamente rechazó la violencia verbal que ocurrió. Aunque le ofrece el beneficio de la duda a su coach, Craig Harrington ya fue suspendido tres juegos y el miércoles publicó en redes un video disculpándose.
¿Y que tienen en común estos incidentes, además de que ocurrieron en el futbol profesional mexicano y que fueron manejados en muy buena parte a través de las redes sociales? En una palabra: incongruencia.
En la evolución de la sociedad, la libertad y el libertinaje son confusos de identificar y de adoptar; ese imperceptible vacío que hace la diferencia se llena con congruencia o con incongruencia. Bueno, en estos tres casos la segunda fue la que ganó, y ganó porque en este momento que nos ha tocado vivir, la mejor manera (que se cree) para quedar bien con Tirios y Troyanos, especialmente en el ecosistema digital, es ser incongruente. Decir una cosa, hacer otra y al final negarlo todo.
En el caso de González, es incongruente que arda mas que cante un himno a que no de resultados en la cancha. Ahora resulta que, de acuerdo a las buenas conciencias de los barristas y los fanáticos, si Gignac canta, viste o promueve algo relacionado con el Olympique de Marsella es adorable porque no es un equipo de la liga MX. En verdad, que pobre afición esta es si duele más que alguien cante un himno ajeno a ver los desplantes inmaduros de Carlos Salcedo, a quien un par de goles le fueron suficientes para que se olvide en lo colectivo que el jugador se quiere ir si o si. Eso es incongruencia. Michael Jordan jugaba con un short de entrenamiento de la Universidad de Carolina del Norte debajo del uniforme de los Toros de Chicago, y nunca se supo que los aficionados a otras universidades protestaran en alguno de los seis campeonatos de la NBA que ganó.
A González habrá que criticarlo por lo que ha dejado de hacer en Tigres, no por lo que hace en la banca.
La directiva del America femenil es incongruente con sus jugadoras y con la liga al mantener a su entrenador después del incidente del juego pasado. No, no es cultura de la cancelación, tan de moda en estos tiempos. Los antecedentes de Craig Harrington desde antes de llegar a México no son cosa menor. Y si, todos nos merecemos una segunda oportunidad… cuando se cambia, y Harrington no ha cambiado desde su despido en Utah, y las pruebas están allí. Desde la temporada pasada tuvo ya sus muestras de su estilo agresivo con las jugadoras rivales. Además, que después del incidente la misma capitana del equipo salga a criticar lo que se dijo no es cosa menor al interior del equipo.
Parece que al América no ha entendido que, de una forma muy sutil, y quizá sin que la haya propuesto, la liga femenil mexicana se está convirtiendo en un modelo de tolerancia y fomento a la diversidad. Varias jugadoras de diferentes equipos se han manifestado abiertamente como parte de la comunidad LGBTTTIQ, y en general la familia del futbol lo respeta; eso es una muestra de la evolución cultural que se debe de aspirar, fomentar y celebrar como sociedad, dentro y fuera de las canchas profesionales.
Horacio Nájera es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.