El viernes pasado cerca de las 19:30 horas y el sábado a las 11:00 horas tuve la fortuna de asistir a entrenar a uno de los gimnasios a los que acudo con regularidad, con tan grata experiencia de ver la casa llena.
En mi caso, a pesar de una fuerte bronquitis asmática que me ha acompañado desde los primeros días del año, me di a la tarea de activarme para tratar de respirar y ayudar a descongestionar mis pulmones, con los cuidados respectivos, por lo cual el viernes fui hasta entrada la noche para realizar mi rutina del día.
Mi agradable sorpresa fue ver que, en viernes en la noche, normalmente de baja afluencia, la casa estaba a reventar en su mayoría por jóvenes y personas desde principiantes hasta avanzados, concentrados en sus respectivos ejercicios, en lugar de estar en alguna actividad social característica de ese día de la semana.
Contrario a lo que algunos practicantes de fitness que se sienten dueños de los gimnasios por el hecho de ser avanzados y que se molestan porque en enero suelen estar saturados los deportivos, a mi me dio mucho gusto presenciar uno de los días más llenos desde que se inauguró ese lugar en el verano pasado, allá en la colonia Cumbres Mediterráneo.
Además de organizar mi plan de entrenamiento y de buscar qué aparatos utilizaría, por curiosidad me di a la tarea de contar a los asistentes que mi vista podía captar y sumé al menos un centenar, lo cual me causó alegría en lugar de sentir que sería difícil poder realizar mi trabajo para ese día.
Y vaya que estamos hablando de un establecimiento amplio al que me gusta asistir porque tiene un gran número de máquinas para cada músculo, así como lo más moderno en la industria de las máquinas para ejercitarse.
Bien planeada mi rutina del día para visualizar el orden en que abordaría cada máquina, afortunadamente pude terminar sin mayor contratiempo, rodeado de gente con alta vibración energética que igual que yo, teníamos un motivo para estar ahí a esa hora, como se repitió el sábado en la mañana.
Acaso mi única observación como alguien con más de 40 años entrenando, además de haber sido propietario de gimnasio por más de 10 años, estaría dirigida a los entrenadores de piso que en lugar de estar asistiendo a los más nuevos o a los que necesitan ser corregidos, prefieren estar vigilando como si fueran policías y no monitorean a quienes requieren apoyo, como desafortunadamente sucede en casi todo centro fitness de México.
Ojalá los dueños de gimnasios fueran más exigentes con la tarea de los entrenadores de piso, sobre todo cuando la casa está llena.
Enhorabuena para todos aquellos que han decidido que este 2024 sea un año en el que cuidarán sus cuerpos, procurándose a través de alguna actividad física, logrando con ello un equilibrio con sus mentes y espíritus.
Que cada día, cada semana y cada mes del año los gimnasios reporten casa llena. ¡Qué así sea!