La primera recomendación cuando alguien visita un país extraño es muy simple: Hay que tratar de conocer su cultura. Y aunque este término en sí es polisémico, o sea tiene muchos significados interrelacionados, su base está en la suma de los factores que determinan su modo de vida diaria. Así es que hay que Documentarse sobre su historia y el conjunto de sus elementos dominantes y de sus características sobresalientes de su comportamiento como comunidad. Esto quiere decir cuáles son las características principales de sus costumbres, tradiciones, normas legales y religiosas, así como su sistema básico de comunicación.
Dentro de las ciento de definiciones que hay sobre cultura, ésta es la más aceptada, aunque las demás son también muy válidas. Por tanto, hoy ha movido el tapete a la sociedad occidental la reiteración de uno de los principios más controversiales entre quienes vivimos muy alejados del país sede del siguiente Mundial de Futbol. Sí, porque a los visitantes que lleguen a esas tierras con el enfoque propio de la cultura de donde son originarios, les costará aceptar que si bien se tolerará la homosexualidad, quienes pertenezcan a este grupo serán sancionados severamente si exhiben amorosamente su preferencia o inclinación erótica en público. Y durante la fiesta futbolera también a los heterosexuales se les limitará lo que para los duros musulmanes es una “perversión”, y grave ofensa a Mahoma. Ni un piquito a la vista de todos.
Todavía más, la ley en Qatar es determinante para someter a castigo de 7 años de prisión y 100 latigazos si alguien es casado (a) y sostiene relaciones sexuales, aunque sea en forma privada, con quien no es su pareja. ¡Ándele, lujurioso! Todo porque el “sexo extramarital” está tipificado como delito mayúsculo por la ley islámica sharia que aborrece la prostitución, aunque es la mujer la que lleva la peor parte, pues inclusive si la mujer va y acusa de violación a un macho, ella es sentenciada por provocativa y no saber defender su dignidad.
¿Qué quiere usted, estimado lector? Su cultura avala tal comportamiento. De modo que, ante esta advertencia, los 80 mil paisanos que ya cuentan con su boleto de avión y hospedaje, los más libidinosos deben olvidarse del “mexicanos al grito de guerra” en lo que se refiere a conquistas de “taquitos”, porque allá, la “humana”, igual que la de puerco, los puede hacer pasar más que bochornos. ¿Qué espera usted si su religión así lo sanciona? Las autoridades locales sabrán si ponen detectives para dar con los que infrinjan esta particular ley o se hay un “Gran Hermano” en los sitios más inesperados para vigilar a los que, además de ver los juegos en la cancha, quieran tener “juegos prohibidos” en la cama.
Y los mexicanos somos quienes debemos entender muy bien este dogma religioso y legal, puesto que ya conocimos la experiencia de nuestra paisana Paola Schietekat, de 27 años, quien llegó a Doha en febrero del 2020 para trabajar para el gobierno qatarí en la organización de la Copa del Mundo. Ya casi al final de su estancia en tan extraña cultura, tuvo la ocurrencia de acudir a las autoridades a demandar por agresión a un compañero, el caso se revirtió en su contra y fue condenada a 7 años de prisión y 100 latigazos. No le dieron otra alternativa, más que casarse con su victimario.
“Después de este proceso, caí en cuenta de que, a pesar de mis grados académicos, preparación profesional, independencia financiera y a pesar de trabajar para el gobierno qatarí, esas instituciones arcaicas y abusivas me hicieron hasta incapaz de hallar protección en mi consulado”, ha escrito la joven en su muro de FB con tremenda rabia por no haber conseguido justicia ante su agresor que sigue libre. Por eso sigue alertando a los mexicanos, y más a los grupos vulnerables como las mujeres y las personas LGBT que visiten ese país por el Mundial a finales de este año, pues podrían ser víctimas del sistema qatarí.
La salvó la campana porque su caso se hizo viral en redes sociales después de que se interesaron por ella los periodistas de la televisión internacional de Occidente y el gobierno de México logró que abandonara Doha y Marcelo Ebrard logró que Qatar cerrara el proceso penal contra Schietekat, gracias a que el juez aceptó los argumentos de su defensa. Pero la fiscalía de allá la tiene aún en la mira y podría insistir en enviar la denuncia a la corte criminal en busca de la aplicación de la esta ley, tan rara en todo Occidente. Por eso la insistencia del último boletín llegado desde aquellas lejanas tierras. Le guste o no le guste a la FIFA. Y no importa que cause sorpresa y burlas entre nosotros.
¡Raza: Sobre aviso, no hay engaño! Cuidado con las calenturas, porque el desconocimiento de una cultura, no exime del cumplimiento de las leyes. ¡A donde fueres, haz lo que vieres”.