El municipio San Pedro es líder en muchos aspectos: algo que le salga bien empieza a ser replicado no solo en Nuevo León sino en el país. Por eso deseo, a pesar de la serie de quejas que recibe, que la Vía Libre alcance el éxito debido.
Proyectos como este, que consiste en una cortísima vialidad exclusiva para ciclistas, debemos aplaudirlos ya que hoy en día somos víctimas de la voraz infraestructura urbana que no deja espacios para nuestra movilidad.
La mayoría de los proyectos urbanos que se emprenden casi no contemplan espacios para andar, menos para trasladarse en bicicleta, lo que nos obliga a hacer en auto muchas de nuestras rutinas.
La realidad es que el Área Metropolitana ya no da para más autos y las exigencias de movilidad son tan inmensas, que los traslados a pie, en bicicleta y hasta en moto, son excelentes soluciones.
San Pedro ya tuvo carriles exclusivos para bicicletas, fue en Valle Oriente. Funcionaron bien por algún tiempo, aunque no llegaron a impactar como debió haber sido: generar cultura vial entre la población.
El municipio sigue contando los domingos con “Vete de Pinta”, una especie de romería donde casi todo se vale, por lo que la caminata matinal o la rodada bicicletera como ejercicio hasta en riesgo se ponen por tanta vendimia y mascotas por doquier, a falta de ordenamientos.
Exhorto a los sampetrinos que no están de acuerdo con la Vía Libre a que se visualicen ellos mismos recorriendo en bicicleta hermosas calles y lugares de Bélgica u Holanda; de primer mundo, ¿no?
O por qué no tener el ejemplo de Bogotá, Colombia, donde un paseo ciclista organizado para demandar seguridad y espacios para el ciclismo hace 48 años, generó todo un movimiento social, educativo, deportivo y económico, provocado por el sano uso de la bicicleta.
Fue como nació la famosa Ciclovía de Bogotá, siendo tanto su éxito que otras ciudades de América y de otros confines del mundo, copiaron el modelo. Llamaron ciclovía a la vialidad usada en exclusiva para ciclistas todos los domingos del año.
Al ver éxito, las autoridades de Bogotá no solo extendieron el kilometraje, sino que crearon una efectiva red de apoyos urbanos para que la bici ya no se usara nada más los domingos, sino todos los días de la semana.
Bogotá es Distrito Capital, lo integran 20 localidades para un aproximado de 8 millones de habitantes, y lo sorprendente: se ubica a 2 mil 625 m sobre el nivel del mar. Es común en un día tener frío, calor, aire y lluvia y, sin embargo, la gente está habituada a todo ello.
Hasta hace tres años Bogotá contaba con 75 jornadas ciclistas o ciclovías que se organizan los domingos, días festivos y en modalidad nocturna, con una media de participación por evento de un millón 700 mil usuarios.
Medio millón de bogotanos usa la bicicleta como medio de transporte. También existen 40 colectivos de diversas temáticas de 2 mil ciclistas en promedio cada uno. En 2018 tuve la oportunidad de rodar en esa ciclovía, cubriendo solo la mitad de los 120 km que en ese año tenía toda la ruta.
Y aquí viene lo sorprendente: no sólo se cierran avenidas y calles los domingos para dar vida a la ciclovía, sino que permanentemente los ciudadanos cuentan con 400 km de ciclorrutas, éstas en banquetas, y 470 km de bicicarriles, éstos sobre avenidas, como la vía sampetrina en cuestión, que apenas va en sus primeros 4 km.
Espero que los sampetrinos valoren la Vía Libre y que vean más sus beneficios que los perjuicios. Obras así, desde luego que traen algunas incomodidades, cuestión de adaptarse para ser parte importante de otro aspecto que debe fortalecer el modelo de ciudad que tienen.