Los tiempos cambian y hoy, cuando ven que está en cierto peligro la clasificación a Qatar, rasguñar un empate a duras penas nos sabe a gloria. Elogian el performance del Tri que estuvo mejor que lo que mostró en algunos juegos pasados, pero cometiendo errores básicos de funcionamiento.
Martino puso una defensa rapidita que le metió velocidad, pero le quitó fuerza y precisión. Con Vázquez escoltando a Montes, y con Sánchez y Arteaga por los costados eran más rápidos que Gallardo y Chaca, pero no que los estadounidenses.
Intentaron bien ir al frente, pero balbuceaban en la parte baja, porque en México es difícil hallar defensores que sepan defender y sepan atacar.
O hacen más o menos una cosa y más o menos la otra. El mediocampo combinado con cierta ductilidad, con dos gallos como son Edson y Herrera y un Charlie que se disfrazó de mediapunta un buen rato para meterse en los espacios que dejaba Jiménez. Corona y Lozano, muy bien, siempre peligrosos, siempre intuitivos, eléctricos, pero sin mucha claridad.
Corona en su tono, de jugar maravillosamente una noche, y vivir de ese crédito los tres meses siguientes. El equipo mexicano no puede ya contra los de USA y de no ser por Ochoa que echó tres fuera que iban para adentro, hoy estaríamos hablando de angustias pasadas.
Gio Reyna, el hijo de Claudio, se dio el lujo de quitarse siete mexicanos de encima antes de ir a meterse a la trinchera tricolor.
Una cosa horrorosa. Los de la tele, felices porque, a trancas y barrancas, ahí van ya… a punto de sellar su pasaporte para comenzar a echar alegres cuentas y embolsarse un billete si el Tri pasa, como todo parece apuntar que sucederá.
Pero hoy, tenemos que ver para arriba no solo a los gringos, sino a canadienses y espejear de reojo porque hasta Costa Rica -Costa Rica!- les pisa los talones a los hijos de Moctezuma Xocoyotzin… Bonita cosa…