Correr los 42 kilómetros de un maratón puede volverse la experiencia más solitaria del mundo o el diálogo contigo mismo más hermoso que hayas tenido.
Si bien puedes ir entre un mar de gente, llegará el momento en que sólo te tendrás a ti mismo para impulsarte, para resistir, para perseverar.
El maratón, como metáfora de la vida, representa todos aquellos momentos donde la manera en que nos hablemos a nosotros mismos representará el éxito o el fracaso.
Y es que las distancias largas durante los entrenamientos y durante el mismo maratón representa un viaje de autodescubrimiento.
Entre más tiempo llevamos en esta disciplina, nos vamos conociendo más, cambiamos constantemente en base a lo que aprendemos, a lo que vivimos, nos volvemos más sabios y fuertes.
Y es que al volvernos corredores de un maratón este proceso de autoconocernos se intensifica, llegamos a descubrir nuestra verdadera fuerza interior, qué nos mueve, qué nos apasiona, qué no nos gusta, qué debemos o queremos cambiar.
Y todo empieza desde que comenzamos a entrenar, porque aunque a veces lo hagamos rodeados de compañeros el esfuerzo que estamos realizando hace que te conectes contigo, el canal de comunicación con nosotros mismos se vuelve parte de ese momento tan especial para los corredores.
Nos vamos volviendo conscientes de la importancia de no otorgar nuestra atención a situaciones, circunstancias, personas o lugares que nos alejan de lo que queremos alcanzar.
En la soledad que acompaña a un corredor de larga distancia, que vale la pena decirlo, es algo que disfrutamos, aparecen nuestros pensamientos más profundos y conectamos con ellos.
Y ahí no hay máscaras, no tenemos la necesidad de aparentar nada con nadie es nuestra esencia pura la que sale a la luz, entonces reclamamos nuestro verdadero poder interior y lo usamos para cambiar las cosas que queremos cambiar, porque sabemos exactamente lo que somos, sin influencias externas.
En un maratón pueden pasar muchas cosas, aunque estemos muy bien preparados sabemos que siempre algo puede no salir como esperábamos, un clima no pronosticado, pendientes no visualizadas en la ruta, la aparición repentina de algún dolor en nuestro cuerpo entre otras muchas más, pero al conocernos sabemos que tenemos ese fuego interior que nos hará sortear cualquier dificultad en el camino.
Y esto se convierte en un círculo virtuoso, al alimentar nuestro fuego interior por medio de las complicaciones que superamos más fuerte lo volvemos y nuestra convicción permanece sólida, creemos en nosotros mismos.
No quiero decir que las situaciones difíciles o complicadas dejarán de aparecer, pues son parte del camino, por ejemplo algún corredor que por una lesión tiene que dejar atrás los kilómetros por una buena cantidad de tiempo, pero al tener viva esa llama, hará todo lo que esté en sus manos para regresar al asfalto, no se rendirá, se conoce sabe de lo es capaz.
Si eres corredor sabrás muy bien de lo que hablo, pero si estás apenas iniciando en este bello deporte, te aconsejo que no lo dejes, persevera, busca eso que tienes dentro de ti y que te hace único en el mundo, no te arrepentirás de descubrirlo.