El futbol mexicano sufre una evidente crisis de ideas.
En su intento de enderezar el rumbo los directivos de la Federación Mexicana y de la Primera División recurren a ideas recicladas o ambiguas.
Parece mentira que en su nuevo plan figura como una de sus cartas fuertes revivir la regla de menores que ya se implementó dos veces sin que haya marcado un cambio significativo.
Las voces críticas hacia ese regla han insistido hasta el cansancio que no se puede desarrollar jugadores por decreto.
Para tener mejores jugadores se necesitan cambios profundos que tienen que ver mucho el desarrollo de las capacidades motrices básicas desde edades tempranas.
Después tiene que ver con la preparación física, táctica, técnica e intelectual de que, acuerdo a su maduración, reciban los jugadores.
Y además también está relacionado con la formación de los entrenadores, que reciban mejores salarios de tal manera que puedan dedicarse de tiempo completo a su trabajo de formadores.
Eso, por una parte, y una vez que completen un proceso de desarrollo, los jugadores encuentren una competencia pareja respecto a los jugadores extranjeros que lleguan a nuestro país, porque muchas veces los técnicos prefieren poner a los elementos foráneos por prejuicios, comodidad, compromisos o intereses.
Además de todo ello, hay que propiciar que esos jugadores crezcan en mentalidad y roce, que maduren en el carácter y en la toma de decisiones, ¿cómo? pues regresando el descenso y ascenso, y logrando que México regrese a la Copa América y a la Copa Libertadores.
Todo eso…como punto de partida, más otras ideas avanzadas que pueda tener algún directivo vanguardista.
Hasta ahora las soluciones que proponen pertenecen a un mismo plano, sin salirse de lo convencional.