El esposo de Antonella hoy se encuentra en el ojo del huracán parisino en lo que se anticipa sería el fin del camino en un club que apostó por él como el elemento clave para ganar el torneo de clubes más importante a nivel mundial, la Liga de Campeones de Europa.
En el fútbol la línea es muy delgada y parece que el amor en la ciudad más romántica del mundo ha finalizado para un hombre cuyo acento seductor solamente es superado por el concierto con el balón que sus piernas ofrece cada que pisa el rectángulo verde.
Campeón del Mundo, campeón de Liga múltiples veces, campeón de Liga de Campeones, Copa América y hasta de la liga de Rosario en Argentina; su palmarés, fútbol, humildad e imagen ya no es suficiente para un club estado cuyos dueños están acostumbrados a resultados inmediatos porque su origen y fortuna les ha dado el status de semidioses en una zona geográfica donde cooperas o “cuello”.
Ni siquiera en Barcelona pudo ganar la Champions de manera sencilla, siempre hubo un aura de ayuda arbitral pero aún así Messi ganó todo en los años que estuvo en España bajo el cobijo de ser el aspirante a mejor jugador de la historia; por lo que en París pensaron que juntándolo con Mbappé y otras estrellas automáticamente arrollarían a cualquier rival al que enfrentaran, pero no tomaron en cuenta en su planeación que manejar un estilo de juego acorde, los egos y sobre todo tener un entorno apapachable para el rosarino sería indispensable para generar la tormenta perfecta que les diera la ansiada “orejona”.
Desde el idioma distinto, la ciudad, escuelas para los niños, los amigos y amigas para él y su esposa, el entorno nunca pareció ser el ideal, amén de tener al lado al rival más importante en su equipo ya que Mbappé es la joya del club y Messi llegó como forastero haciéndole creer a Kylian que necesitaba de ayuda para ganar, aunado a un fiestero empedernido como Neymar que en los momentos clave no es precisamente el jugador en quien confiar.
Hoy Lionel parece estar listo para otro reto, sea regresar a casa o cruzar el océano, un nuevo destino que le ayude a relajarse y disfrutar en la cancha, ya que no le quedan mas que ganar, solo reafirmar su estatus de miembro del Olimpo del fútbol, para lo cual USA podría ser un paraíso ideal pero en el ego argentino podría ayudarle a decidir mantenerse en lo alto de la competencia europea, solo espero que no cometa el error de Cristiano, danzando de equipo en equipo anteponiendo el ego sobre el conjunto.
Triste es ver que un jugador que ha dado tanto al deporte pase por estos momentos, uno esperaría que el “amor” de la hinchada y el respeto de los clubes fuera perene, pero esta semana Messi recibió un aviso que los tiempos cambian y que un viaje de negocios a Arabia le puede traer multas y ser separado por días de su equipo, algo que hace años uno jamás imaginaría, similar al némesis portugués, que en Arabia esta pasando las de Caín con reveses dentro y fuera del campo, esta era de afición y odio nos muestra que ni dirigentes, ni los aficionados respetan jerarquías por la eternidad, tal vez una vez retirado todo sea amor hacia la deidad argentina, pero en los últimos años la realidad le dice a Messi que disfrute y vaya a donde le quieran, donde deseen disfrutar las últimas pinceladas de arte que hay en sus piernas.
Por hoy solo queda ver la crucifixión del Messias en París, la vida da vueltas y es probable que Lionel levante otra copa importante de nuevo, dudo que sea en la tierra de Macrón, pero a donde vaya ganará algo y el PSG será una anécdota del intento de armar la delantera más letal del mundo.
Tiempo al tiempo…
¡Saludos desde el Sillón!