Vucetich, Chepo de la Torre, Ignacio Ambriz y Eduardo Fentanes son los 4 técnicos mexicanos que actualmente dirigen en el fútbol mexicano. De 18 equipos, solo 4 confían en este torneo para ser dirigidos por talento nacional del banquillo, y 2 de ellos resucitaron a experimentados como Vucetich y De la Torre tratando de lograr un milagro con la experiencia más que con un plan institucional para lograr algo más que hacer el ridículo en el presente campeonato.
De los 4 equipos, todos son intrascendentes y con escasas o nulas posibilidades de campeonar en este torneo, siendo los equipos de mayor presupuesto los que buscan talento extranjero para lograr resultados en un entorno que ante la inmediatez de la necesidad, se requiere personal capaz de sacar papas calientes del horno.
Que tienen en común Anselmi, Beñat San José, Demichelis, Paunovic, Jardiné y demás mandamases que los buscan en Argentina, Ecuador, Brasil o Estados Unidos. Regularmente tienen buen verbo, lucidez para explicar conceptos y cierta presencia que engalana los buenos o malos resultados, palabrería que provoca la paciencia hasta en los más férreos directivos.
La preparación actual de los técnicos incluye múltiples diplomados y presumir la categoría UEFA Pro que normalmente cursan en algún colegio que diga Cruyff, algo así como el Montessori del fútbol cuya validez hace que te contraten en cualquier equipo de ligas como la mexicana cuyo máximo futbolista y goleador en España prefirió ir a Centroamérica para tener un diploma de técnico y se basa en contar sus éxitos personales como método de dirección técnica.
La falta de preparación en la actualidad ya sea en el deporte o en cualquier oficina hace irrelevante a quien presuma de experiencia, pero no sapiencia para saber dirigir a un conjunto de futbolistas cuya mentalidad difiere de los tiempos cavernarios en donde todo era distinto y la pelota parecía rodar en otro uso horario.
En un paseo por Youtube encuentras múltiples reportajes de equipos en las ligas de mayor exigencia en distintos deportes donde tienen equipos multidisciplinarios con instalaciones que parecen más palacios que salones deportivos, mientras que los técnicos actuales cuyo registro civil es azteca, todavía hablan de ponerle producto de gallina cuando cualquier Juan Camaney extranjero con acceso a Google tiene reportes en Power Bi para decirte el nombre del perro del portero suplente de la categoría sub-15.
Vucetich se fue por las formas arcaicas dijeron en Rayados, De la Torre con estilo similar tomó al Puebla so riesgo de no volver a dirigir, mientras Ambriz aguanta vara con un Santos donde sabe que invierten cada 5 años para lograr un campeonato y vender hasta las cámaras de seguridad que luego no captan lo que pasa en su estadio.
Metodologías, Psicólogos, nutriólogos y demás especialistas son el pan de cada día que busca aderezar la mentalidad de futbolistas que solo si van a Europa buscan cuidarse y ser profesionales, como el buen mexicano que pasando la frontera hacia Texas deja de tirar la basura en la calle y respeta las reglas de tránsito porque si no allá si los castigan.
Las soluciones comunes para mejorar nuestro amado fútbol siempre hablan de ascenso y descenso, de reglas para menores mimados y otras fórmulas mágicas que no van al problema de raíz; la mentalidad, la preparación y sobre todo el adoptar previos estudios los métodos que hacen que otros países estén a años luz de lo que un día soñamos querer.
Si algún día espera ver más mexicanos de éxito puede esperar en su sillón, que espero sea cómodo porque desde lo formativo hasta lo profesional, no se vislumbran más que esfuerzos aislados sin un proyecto que coordine el recorrido hacia una meta que, dicho sea de paso, debería ser el fomentar el deporte, no enriquecer jugadores para provocar aspiraciones de fiesta, alcohol y demás excesos.
Por ahora seguiremos viendo a los Anselmi, Paivas y Jardines logrando campeonatos mientras los Vuce, Ambriz y de la Torre mendigando puntos con equipos mediocres, he ahí la realidad de lo logrado por los genios dirigentes, y mientras veamos este espectáculo, no habrá necesidad de cambio.
¡Saludos desde el sillón!