México es un buen lugar para venir a terminar una ilustre carrera. No es territorio, por supuesto, para desarrollarla, pues no figura ni siquiera en las primeras 20 ligas del orbe.
Lejos está de las primeras cinco, entre las que brillan Inglaterra, en primerísimo orden, seguido por Brasil, España, Italia y Colombia. Por ahí entran y salen, en esta nómina de punteros, otros circuitos prominentes como los de Francia, Portugal, Holanda, Argentina y Alemania.
A sus 39 años cumplidos, el brasileño Daniel Samuel Alves da Silva, acaba de presentarse con Pumas como la contratación estelar de esta temporada.
En su estreno, se anotó una asistencia en forma de centro de corner, en una jugada que, a decir la verdad, no debió contar porque ni siquiera fue tiro de esquina, aunque fue mal juzgada por el árbitro, lo que significó un gol que tuvo que tragarse el Mazatlán para el empate por la mínima.
Escuché voces de aficionados indignados por la llegada de este figurón histórico que, al recibir trato de rey, afecta el decoro de la liga azteca.
Parece que los empresarios le rinden pleitesía a un jugador por el peso de su historia no por su rendimiento real en la cancha, protestan. A decir verdad, México tiene muy poco qué ofrecer a jugadores de su talla.
No es un cementerio de elefantes, como la Liga MLS de los vecinos del norte, a donde llegan quienes fueron estrellas en un pasado muy remoto y quienes ahora solo van a Estados Unidos a pasear por Disney, comprar souvenires en los malls y a tocar la pelota suavemente por sus estadios de primer mundo.
Pese a todo el desembarque de Dani en la capital del país fue una muy buena noticia para el balompié nacional, necesitado de más lustre y de roce con personalidades de calado universal, como el amazónico que juega por la zaga de la derecha.
Es el jugador que ha cosechado más títulos en la historia del balompié, con 42. Lo único que le falta por conseguir es la Copa del Mundo y esa, al parecer, se le escapará como trucha porque ya lo derrotó Cronos.
Viene del Barcelona, donde tuvo dos etapas gloriosas y ahora, en el atardecer de su ilustre trayectoria, reposará sus cansados huesos en México, país donde hay un futbol medianamente competitivo, muy animado y en el que a los futbolistas se les paga muy bien.
Se menciona que recibirá unos 2 millones de dólares en el presente año futbolístico, algo así como 3.3 millones de pesos al mes. Nada mal para un veterano que ya vio pasar sus mejores jornadas y que ahora se conforma con ser la mujer barbuda del circo, para llamar la atención de la tribuna y de las transmisiones de TV.
Claro que tiene fuelle todavía Alves, pero difícilmente se convertirá el motor que necesita el conjunto de la UNAM, que ha tenido épocas bajas muy marcadas en años recientes.
Su llegada me hace recordar a otras luminarias del pasado que alguna vez pasaron por nuestro futbol, la mayoría con resultados medianos.
El caso más notorio, y excepcional, es el de Emilio Butragueño que, a punto de jubilarse, se convirtió en la bujía del Celaya y estuvo a punto de hacerlos campeones, en 1996.
Hay otros casos como René Higuita, que llegó al arco de Veracruz; Gregorz Lato, al Atlante; Ilie Dimitrescu y Dirceu Guimaraes, al América; Emil Kostadinov, a Tigres. Todos resultaron en grandes decepciones.
Con frecuencia, en la estufa encendida previo a la temporada, se manosean algunos otros jugadores y se barajan nombres de pomposos futbolistas que son movidos por sus representantes, para encontrarles algún equipo incauto que se la juegue contratándolos a cambio de una millonada que, por lo general, no desquitan.
Que nadie se sienta indignado por la llegada de Dani Alves. Este es el nivel de la Liga Mexicana de Futbol, a eso puede aspirar un equipo mediano del país que quiere colgar en el anzuelo algún cebo taquillero.
Ni el torneo, ni el alcance financiero del circuito están para traer estrellas que orbitan en otras galaxias. Lo que le pagan a Dani empequeñece dramáticamente frente a los 48 millones de euros que le dan al año a Neymar Jr., o los 40 a Messi, los 34 a Gareth Bale, o los 31 a Cristiano Ronaldo. Levandowski, recién fichado por Barza, recibirá unos 25. ¿Quién se los pagaría en México?
Así que, en lugar de lamentar la mala suerte del campeonato tenochca, por traer cartuchos quemados, los aficionados debemos darle un cálido recibimiento a Dani y disfrutar sus últimos juegos como profesional.
En su debut con el conjunto unamita demostró que conoce muy bien el oficio. Quizás los jugadores más jóvenes podrían aprenderle algo.