El futbol como lo conocí, ha muerto. Para decirlo mejor, y sin tono fúnebre: el juego con el que crecí, ya no existe.
Me corrijo y lo expreso como una sentencia esperanzadora: el futbol ha renacido con la migración gloriosa, que ayuda a los países a crecer y a mezclar culturas que los enriquecen.
Vi algunos de los juegos de cuartos de final de la Eurocopa 2024 que es celebrada en Alemania y he encontrado un grato relevo generacional de los futbolistas que conocí en mis tiempos de juventud en los 80 y 90.
Como aficionado de la vieja escuela, guardo silencio reverente y observo a los jóvenes ruidosos que, pese a ello, se abren paso en el orbe con modernidades que no entiendo, pero que hacen que la vida avance.
Con los ojos encendidos de admiración el viernes descubrí a Lamine Yamal el atacante estelar de España.
Criado en Cataluña, hijo de marroquí y ecuatoguineana, todavía juega Play Station con sus camaradas del colegio y hasta duerme en la cama junto a sus papás en noches de tormenta, y ya es la máxima figura de la furia con un costo de 90 millones de euros.
Si digo que estoy descubriendo estas nuevas tarjetas del álbum Panini, pueden mirarme con extrañeza los millenials y centenials que han crecido viendo a estas centellas con acné y que han admirado como piezas de museo a Cristiano Ronaldo, ahora de 38, y Toni Kross, de 34.
Lo más seguro es que piensen que yo estoy en off side y que no he seguido con atención la progresión del juego en los últimos años, lo cuál es cierto, pues para mí no ha habido otro jugador que mueva con destreza mejor la pelota que Gerald Vanenburg.
Jugaba de media cancha hacia arriba cuando a los ahora Países Bajos les decíamos Holanda, y que se coronó con su selección en en la Euro de Alemania 1988.
Luka Modric, alguna vez chaval de los Balcanes ingresó a esta competencia europea como el elemento a mayor edad en todas las Euros con 38 septiembres.
El portugués Pepe, de 41 años, fue eliminado con CR7 en la jornada del viernes ante Francia.
Los dos podrían ser abuelos del germano Florian Wirtz, de 21, un chaval que ya levantó la ensaladera de su país con el Leverkusen, y que volvió loca a la zaga ibérica, aunque al final quedó eliminado en cuartos con la mannschaft, en un trepidante juego que se fue al alargue de los 120 minutos.
Kylian Mbappé tiene 25 años, pero aún es un juvenil. Con las piernas más veloces y caras del planeta es un chico con toda la experiencia en los botines, que ya fue campeón del mundo.
Habría que ver el fuelle de Milos Kerkez, de 20 años, por la lateral izquierda por Hungría, aunque se quedó su selecta en la fase de grupos.
Marc Cucurella, de 25, llama la atención por su melena frondosa de cantante de funk, pero también por su acarreo incesante de balones desde abajo hacia la media cancha, con interesantes incorporaciones al frente por el ala izquierda.
Yo me quedé en viaje en globo aerostático, pues para mí en la defensa de La Furia siguen estando Sanchís, Chendo y Pardeza, que vistieron la casaca roja en Italia 90.
Esta Euro que ya entró en la fase definitoria de los equipos que van a la final me ha dejado el corazón lleno de gozo, pues he visto partidos de hilado fino, con ribetes muy elegantes.
Alemania trianguló millones de veces pero en su manojo de llaves no pudo encontrar la que abriera la puerta que resguardó con guante implacable Unai Simón de España.
Cristiano, echando lumbre por los botines, mostró mucha turbosina por la izquierda y Francisco Conciencao, de 21 años, su otra ala por la derecha confirmó que está hecho para grandes empresas.
En el equipo que representa el territorio de la Galia, Ousmana Dembélé se lució como un velocista por la derecha, asociándose con Fofana y Thuram, en una selección de color repleta de migrantes africanos, que rubrican la belleza de la globalización entendida al servicio de la humanidad.
Bienvenida la nueva escuela del balompié mundial. Seguramente, dentro de los próximos cinco años emergerá la joven figura que heredará las glorias de Lio Messi, el mejor del planeta quien, a su vez, las legó de Maradona y Pelé.