Hubo un momento, en el actual semestre, en que Tigres y Rayados buscaban el campeonato de la Concachampions de este año. Los dos fueron eliminados antes de llegar a la Final y ahora sus posibilidades para levantar la copa se esfumaron. Con la salvedad de que Monterrey ya tenía asegurado su boleto, desde antes de iniciar la justa, para el Mundial de Clubes del año entrante.
Ahora que los dos se quedan con las manos vacías, regresan a las antiguas costumbres que creíamos disipadas: para salvar la temporada deben ganar al rival de la ciudad.
Hubo un tiempo que podemos contabilizar en décadas, en que el equipo de la Universidad Autónoma de Nuevo león y el Monterrey no figuraban en nada. Sus registros eran tan pobres que ni siquiera avanzaban a las liguillas. Lo que les quedaba de consuelo, luego, era solamente ganar el Clásico Norteño, que se había convertido en un minicampeonato local. Los aficionados de otras plazas no lo entendían y hasta se reían del encono regional de ese partido fraterno. Pero acá era y sigue siendo una lucha a muerte por el orgullo y la hegemonía.
Afortunadamente, el que se jugará esta semana es el de la llave de cuartos de final del Clausura 2024. Antes ni siquiera se daba el duelo en la fiesta de los ocho, si no a media temporada, aunque el sabor de victoria era el mismo, pero siempre agridulce, porque no había mayor trascendencia que la de el encono doméstico.
En los últimos años, sin embargo, los dos equipos de Nuevo León han ajustado la mira y cazado objetivos mayores para celebrar. Los felinos tienen ocho Ligas, mientras Rayados cinco. La balanza cambia de lado en cuanto a Concas conquistadas pues las rayas tienen cinco por apenas una de los de la U.
En instancias de Liguilla tienen un empate a cuatro, con la salvedad de que Tigres ganó la única final regia en el Apertura 2017.
Ahora, de cualquier manera, el Clásico regio 136 de este jueves 9 enciende la pasión en la ciudad, aunque su importancia no es la de otras veces. Siempre será un lujo vencer al rival y más, como en esta ocasión, que se le añade la sazón de la liguilla, pero no hay una disputa mayor.
Ya veo a los aficionados de los equipos devorándose con burlas a los oponentes, cuando haya terminado el juego de vuelta, programado para la noche del domingo 12. Pero más allá del componente obligado de las puyas hacia el rival, encuentro que en esta ocasión, hay un demérito ocasional, como si las circunstancias hicieran el de esta semana un juego menor en comparación con los que se han dirimido en otras épocas, con componentes que le daban más picante a la rivalidad.
Espero que, en esta ocasión, por lo menos haya goles abundantes.