En las últimas semanas la empresa líder de lucha libre, la WWE, ha estado en boca de todos en temas extra-luchísticos más allá de lo que presenta en la pantalla, sus programas y eventos Premium. Esto debido a los rumores que giran en torno a su directiva y la posible venta del conglomerado luchístico en el siguiente semestre, a no ser que eso ya se haya concretado para cuando sea publicada esta columna.
Uno de esos rumores, que lamentablemente ya se confirmó, fue el regreso de Vince McMahon como presidente ejecutivo de WWE luego de que anunciara su retiro tras varias denuncias de índole sexual. Sin embargo, a pesar de haber dejado algunas de sus posiciones en la empresa, todavía tiene poder de decisión al ser el accionista mayoritario, lo cual le permitió volver al cargo de la junta directiva a principios de este año. Esto provocó que tres directivos, incluyendo su hija, Stephanie McMahon, renunciaran a sus puestos.
Ahora toquemos el tema de la venta de WWE. Esta noticia se dio a conocer junto con el regreso de McMahon al poder, donde buscará estar a la cabeza de la empresa para poder iniciar la venta de la misma. Muchos no creen esta versión porque al ser McMahon el accionista mayoritario, tendría el poder de volver a la dirección creativa que tanto se le ha criticado en los últimos años con algunas decisiones que han enojado a muchos fanáticos; por ejemplo: la unificación de los campeonatos mundiales en el pasado WrestleMania.
Pero volviendo a la venta, la lista de compradores han destacado compradores importantes como Amazon, Comcast (empresa dueña de NBC, Telemundo, USA Network (cadena que transmite WWE RAW y WWE NXT) y Peacock (servicio streaming que transmite WWE Network para la Unión Americana), y FOX (cadena que transmite WWE SmackDown); y otros compradores que ha puesto a temblar a los fanáticos de WWE como Netflix y Disney (criticadas por sobreexplotar la inclusión tanto racial como de genero), Warner Bros. Discovery (empresa dueña de TBS y TNT (cadenas que transmiten los programas de AEW) y, el peor de todos: el Fondo Público de Inversión del Gobierno de Arabia Saudita.
Más allá de que esta última sea dueña de los equipos de futbol del New Castle de Inglaterra y el Al-Nassar de su liga local (el nuevo equipo de Cristiano Ronaldo), es el trasfondo que hay cuando se habla de este país y gobierno debido a varias controversias a nivel internacional. Por ejemplo, las reglas de la religión del Islam donde se oprimen los derechos de las mujeres y miembros de la comunidad LGBT. Otro punto a tratar son los conflictos bélicos con algunos países cercanos como Siria, de hecho hay un luchador que es muy popular en este momento que tiene raíces sirias y que ha estado ausente en los eventos que WWE ha realizado en el país del medio oriente.
No solo están los conflictos con países cercanos, sino también con los Estados Unidos; recordemos el asesinato del colega saudí Jamal Jashogyi en octubre del 2018 que provocó que la ONU y el FBI intervengan al tratarse de un ciudadano estadounidense y que provocó que dos luchadores estelares se negaran a viajar al país árabe como protesta.
Lo que muchos de nosotros como fanáticos estamos preocupados es que los nuevos dueños intervengan en la parte creativa de WWE, ya que desde el 2018, cuando se han realizado eventos en Arabia Saudita, la mayoría han sido un desastre al pedir luchadores que ya están retirados o a punto de hacerlo (inclusive hasta llegaron a pedir a uno que ya tiene más de 22 años fallecido). Esto ha provocado que se presenten luchas que son una porquería y que disfrazan como “Dream Match” (Goldberg contra Undertaker, por ejemplo).
Y hablando del punto de oprimir mujeres, al principio los eventos en Arabia Saudita fueron un problema por el código de vestimenta que se rige en los países árabes, lo que hizo que no hubieran luchas femeniles sino hasta el 2019 cuando se adaptaron los trajes de lucha para las atletas.
Si tengo que fijar una postura a todo esto diría que, en primer lugar, la mayoría de los fanáticos confunde el concepto de inversión con producción; si bien WWE volverá a ser una empresa privada como en los años ochentas y mediados de los noventas, tal vez veamos de regreso algunas cosas que la empresa dejó de hacer como los escenarios temáticos de cada PPV o programa semanal (ya que en todos estos siempre es la misma mega pantalla led).
El miedo en sí es que al tener dueños distintos, llegue gente nueva en la parte creativa que no saben del negocio o se quedaron estancados en alguna época de la lucha libre, y sobretodo, que el choque de creencias entre los dueños y algunos luchadores pertenecientes a un género o nación, que provocaría que talentosos luchadores se vayan de la empresa.
¿Arabia mejoraría o empeora WWE?