Fue el inolvidable Ángel Fernández el autor del grito que acentuaba sus crónicas de futbol soccer en radio y televisión: “¡El juego del hombre!”. Sobra decir que el énfasis que le ponía reafirmaba la preeminencia varonil en un deporte de masas que estaba camino a su consolidación. No había duda alguna de lo que el veracruzano quería significar. El hombre es el que reina en las pistas y en canchas. La historia de los primeros Juegos Olímpicos así lo consigna. El hombre es el protagonista en un escenario al que estaban convocados en las tribunas otros hombres y unas cuantas mujeres como espectadoras.
Pero resulta que a partir de la década de l970 apareció la segunda ola de un movimiento que levantó otro grito en el ambiente y empezó a romper tabúes. “Viva la revolución femenina”. De modo que si las “adelitas” fueron figura en la Revolución Mexicana de 1910 y otras mujeres habían conseguido en 1953 que se abrieran para ellas las urnas en las elecciones políticas, ahora la modernidad llamaba a que, las que quisieran, se podían integrar a la vida activa de la sociedad. Y, por tanto, no les tomó mucho tiempo para ser la pincelada de otro paisaje en nuestro país. Su figura delicada no les impidió tomar la batuta en oficios y profesiones que dejaron atrás el estigma de lo que los machos se enorgullecían de ellas: “cargadas y en un rincón”. Su belleza y su fuerza física no fueron impedimento en su lucha contra la discriminación, no solamente en los estudios universitarios sino en el deporte.
Así es que en México poco a poco llegaron a lucir su esplendor en las tribunas de los estadios para presenciar los deportes de su preferencia. Y todavía más: llegaron a las pistas de atletismo y al verde césped donde tenían lugar esos deportes. Ganaron espacio y relevancia en los sitios donde nació el grito de Ángel Fernández. Hasta que destacaron en las ramas en las que los varones eran los amos y señores. El juego del hombre, muy pronto, pasó a ser también el juego de las mujeres.
Por eso da gusto ver la forma como ha evolucionado el futbol soccer femenil. Imposible no recrearse con la técnica de las que jugaron en el Estadio BBVA y en el Universitario en busca de que sus equipos del área de la Concacaf calificaran para estar en la Olimpiada de París en el 2024 y en el Mundial Femenil. Qué entrega y qué gallardía en la disputa del balón y en el trazo de pases increíbles que eran propios hasta hace décadas del “juego del hombre”. Lástima que a la Selección Mexicana le fue tan mal con su directora técnica Mónica Vergara y sólo habló de consolarse con el aprendizaje y la planeación a futuro. Al final de cuentas valió la pena presenciar una final del torneo entre las supercampeonas de Estados Unidos y las reinas del último torneo olímpico y sextas en la clasificación mundial representando a Canadá y su encendido color rojo en su uniforme. Con qué seriedad tomaron esta justa. Y con qué profesionalismo entrenaban para jugar a lo suyo y, después de ganar o perder, seguían con su entrenamiento en la cancha.
Pero desafortunadamente el futbol soccer femenil ha caído también en México en lo que siempre se debió haber cuidado con esmero: La conducta inapropiada de quienes llegan a este deporte a cometer el peor de los delitos con la mancha del sexismo como señal de agravio contra algunas jugadoras. Por eso duele lo que se diga, cierto o falso, en torno a la destitución de Maribel Domínguez y su equipo técnico en la Selección Sub 20, faltando tres semanas para que México inicie su participación en el Mundial de dicha categoría en Costa Rica. Duele, pero hay que creer la denuncia por acoso que ha planteado una chica que pidió mantener su nombre en secrecía. Eso de testimoniar que hay en este ambiente conductas inapropiadas del preparador físico Roberto Melville deben ser tomadas en cuenta en una Selección, o quizá, igualmente en cualquier equipo de la liga. Da coraje, lo mismo que la noticia del trato que la entrenadora daba a sus pupilas, además de sus malos antecedentes al respecto.
Así es que ahora que Ana Galindo, de la Sub-17 llega a la dirección técnica de la Sub-20, aunque sea provisionalmente, esperemos lleve a cabo un cambio de ambiente y limpie la inmundicia que se asegura hay en el grupo y que hizo inclusive hablar de eso en voz muy baja a Mónica Vergara y a otras chavas agredidas, pero sin poner remedio a la situación. Sí, hay que esperar que los altos directivos de la FMF no sean omisos al remedio y también procedan con mano dura cuando así deba de ser, porque las mujeres han llegado a este deporte no solo para modificar el grito de Ángel Fernández, sino para que superen a los hombres en comportamiento dentro y fuera de la cancha.