La vida es efímera y en ocasiones más corta de lo que podríamos planear. Sin el control sobre básicamente nada, sobrevivimos hasta que un día una fuerza superior nos invita a pasar sobre lo que llamamos vida en terrenal. En días recientes se han ido personas importantes para muchos, algunos conocidos, otros no tanto; algunos públicos, otros que perdurarán en la memoria de los más cercanos.
André Marín, un reconocido periodista a nivel nacional falleció hace unos días, querido por unos y odiado por otros, riesgo palpable de una profesión muy pública que polariza desde un medio sediento de atención que requiere una dosis de polémica diaria para poder mantener la atención de millones de personas que llevan años atendiendo un espectáculo deportivo que cada vez tiene más sabor fuera que dentro del campo.
Por otro lado, hace unos días falleció mi abuelo materno, de 92 años, llegado de España en la época de la Guerra Civil por aquellos lares, hizo toda una vida fructífera siendo un mexicano más que nació fuera de este territorio. De él me quedo por su gusto por los toros, de rejoneo con vaquillas hasta conocer a grandes como Armillita, mi abuelo José Luis vivirá en mi memoria por un legado de amor y perseverancia, algo por lo que vale la pena levantarse cada mañana.
Recorriendo el caset un poco más hacia atrás, mi abuelo paterno dejó memorias en otro deporte, el béisbol. De niño vivía en Nuevo Laredo, en el lado mexicano del Río Bravo. De intermitencia notable, los Tecolotes de los 2 Laredos llevan años muriendo y resurgiendo acorde al gusto de los empresarios locales, y en mis años mozos mi abuelo me llevó a mi primer partido de beisbol, sin recordar la fecha, mi memoria recuerda que fue contra Sultanes, en los tiempos en que la leyenda Héctor Espino estaba como parte del staff de coacheo, y mi abuelo le conoció y en ese día le pidió una gorra firmada, la cual no conservé y en algún lugar alguien supo apreciar la firma de un grande de la pelota mexicana.
Siguiendo con los recuerdos, un tío muy querido que tiene algunos meses de fallecido siempre tenía 3 aparatos activos para visualizar el deporte universitarios americano, desde americano hasta beisbol, pasando por el voleibol y cualquier actividad que pareciera deportiva, la pasión de los norteamericanos, como lo fue mi tío, sobre pasa todo mi entendimiento para lograr comprender el como las actividades amateurs generan tanta pasión y actividad económica en el vecino del norte.
Al final del día, siempre hay alguien que comienza a encaminarte hacia alguna pasión, ya sea deporte, cultura, cine, estudios o cualquier actividad de provecho, el legado de los que se van antes que uno es digno de reconocimiento, de mantener en la memoria y agradecer cada día por las memorias que quedan grabadas en la mente, pero sobre todo en el corazón, que nos mantienen firmes en los objetivos que nos proponemos.
Por aquellos que se nos fueron, unas palabras de agradecimiento…y nos vemos en el más allá.
¡Saludos desde el sillón!