Cada 4 años que se realizan unos Juegos Olímpicos la expectación no solamente crece por las competencias, los récords y medallas. El quien será la figura, la decepción, el mejor de todos. No, no sólo es eso, la inauguración y la clausura también son de galardón y el iniciar con el pie derecho con una ceremonia de excelemuá te hace pensar una competencia épica ¡de alarido! Vaya que sí.
Lo que hicieron los franceses con su fiesta de apertura fue inimaginable con lluvia de fondo, con Celine Dion interpretando al pie de la Torre Eifel, con Europe, grupo nórdico de glam rock interpretando The Final Countdown, con Lady Gaga al pie del Río Sena por donde desfilaron en barcazas todas las delegaciones fue algo digno de película ganadora del Oscar a la mejor producción.
Por si fuera poco el encendido del pebetero simulando un globo aerostático que se eleva por los aires franceses magnífica y le pone la cereza al pastel hecho por el país anfitrión, nada más y nada menos que la cuna de la repostería.
Juegos delicados por cuestiones de seguridad debido a los dos conflictos reconocidos en este momento en el mundo que vuelven a dejar fuera a Rusia de su participación no así a Israel, lo que hace de esta situación algo que debe ser sostenido por pinzas.
Son los Olímpicos y París es la capital mundial del deporte en este momento. La ciudad luz que por más de 30 días será mayormente iluminada por lo mejor de los sinónimos al esfuerzo, trabajo , dedicación y sacrificio, los atletas de alto rendimiento que se ganaron su lugar para un momento en la historia deportiva de una ciudad que los recibe por tercera ocasión en su historia.
Que gane y bien el mejor y que nadie tenga el poder de empañar estas reunión con lo mejor del mundo en todas las disciplinas participantes.
París es el marco perfecto para esta obra de arte de cada 4 años.