Es el más colorido y el más exitoso en el mundo por sus logros. Es un hombre récord en cuanto a títulos se refiere. Es un referente de la selección de Brasil desde 2006. Es todavía imán de taquilla, a pesar de sus 39 años. Y todavía es tan humilde, que pide no ser transportado en un vehículo especial al estadio de la UNAM donde jugará su primer partido en el torneo de México. Es Dani Alves, quien la noche del miércoles 27 de julio acaparó los reflectores de los medios y las miradas de miles de espectadores que acudieron a ver su debut con los Pumas y no defraudó, a pesar de haber llegado a nuestro país hace unos días. Fue y vino a Guatemala para obtener su visa de trabajo. Entrenó como un novato y no alargó su periodo de aclimatación para integrarse a los auriazules y entender el sistema ordenado por su nuevo entrenador, contra la costumbre de otras “estrellas” que llegan cobrando sus dólares y no juegan de inmediato hasta ambientarse y reponerse anímicamente en tierra extraña.
Fue el juego del morbo, es cierto. El juego de la curiosidad para constatar qué tan preparado llegó el brasileño a colaborar con los Pumas en el partido contra Mazatlán. Y se apuntó para lanzar un trallazo en un tiro libre desde las afueras del área grande, pero también para cobrar el último tiro de esquina que fue su primer pase a gol en el empate apurado de los locales en el minuto 90. Se plantó bien en la cancha y puso dos pases “de talón” a sus compañeros, además de compadecerse de un jugador de los visitantes al que sacudió la cabeza con un disparo potente. Le sobó la cara y casi le ofreció disculpas. Y no reclamó una falta que le cometieron haciéndolo morder el césped. ¡Un tipazo!
Un tipazo que ha cautivado a la afición a las primeras de cambio. Sin embargo, hay que ver cuánto dura ese hechizo entre la gente que lo apoya a fin de que se mantenga en ritmo y cumpla su deseo de llegar a Qatar con la verdeamarela, pues sería su postrer Mundial. Y es el único trofeo que le falta: levantar la Copa FIFA. No podemos decir que también significará el adiós a las canchas, porque su condición física y mental son los que darán la pauta a su carrera con los Pumas, ya que el futbol soccer es un deporte de suma exigencia, en el que se considera ya “viejos” a los que apenas rebasan los 35 años de edad y, más todavía si llegan a los 40 años, como le ha ocurrido lastimosamente al porterazo de Cruz Azul, Jesús Corona, quien parece estar marginado de parar cañonazos de los rivales y estirarse en el desvío de un balón que busca las redes.
Dani Alves es un tipazo. Como se dijo de Edvaldo Isidio Neto alias “Vavá” cuando vino al América entre aclamaciones en las viejas temporadas de 1964 y 66 dijo lo que tenía qué decir e hizo lo que prometió hacer, cuando el futbol azteca era más centralista que nunca todo giraba alrededor de la capital y, claro, de las famosas “Chivas” de Guadalajara y otros equipos de esa ciudad. También fue un asombro ver en el Veracruz a Waldir Pereira “Didí” en el 65.
Pero así hemos dicho otras veces por la forma como llamó la atención Pep Guardiola, por ejemplo, al ser contratado por los “Dorados” de Culiacán. Y ni modo de no recordar, igualmente, el deslumbramiento que causó en 1975 la llegada del portugués Eusebio da Silva Ferreira, luciendo todavía su cetro de goleador en el Mundial de Inglaterra en el 66. También Edú brilló con los Tigres en 1979, además del español Emilio Butragueño quien superó a su paisano José Miguel González “Michel” con el Celaya a fines de siglo pasado. Del brasileño Ronaldiño no podemos decir que defraudó, aunque sí se esperaba más de él en la cancha por el renombre conseguido con su selección nacional y en el Barcelona.
Total, ya está aquí Dani Alves y al menos da gusto que se haya inclinado por un equipo mexicano y que la liga de Estados Unidos no se haya atravesado en su afán por seguir reclutando a cualquier precio a jugadores de Europa y otros partes del mundo, especialmente en el aterrizaje de su brillante trayectoria. Ganó Pumas, pero ojalá no sea solamente para vender camisetas y llenar estadios por el embrujo de un campeón en la cancha, sino por lo que el brasileño venga a dejar de ejemplo en nuestro futbol y el aprendizaje que puedan aprovechar los jóvenes del equipo capitalino. Que así sea.