No sé que sea, pero Monterrey tiene algo que hace que viva de manera distinta el futbol.
Me ha tocado presenciar la pasión de otras aficiones en otras ciudades y aunque algunos estadios pueden ser más ruidosos, sus hinchas más salvajes y apasionados, no pueden emular lo que se vive en esta ciudad.
Quizás sea la población o que aquí hay dos equipos pero, por ejemplo, pocas ciudades pueden igualar la cantidad de gente que ves por las calles portando orgullosos los colores de su equipo.
Es bien sabido que ninguna otra plaza puede presumir tener un sistema de abonos tan exitoso como el del Estadio Universitario y el BBVA donde, cuando los equipos marchan bien, tienen asegurados los llenos.
Quizás sean los medios y su “chicharrón” que tanto gusta al hincha promedio, que despierta, desayuna, come y cena con los chismes previos y posteriores al día del juego.
Esta fascinación por el balón se reflejó hace unos días, con la quinta edición de la Final Regia en la Liga Femenil entre Tigres y Rayadas.
El “Volcán” lució con un lleno que ya quisiera cualquier otro equipo no solo de la Liga Femenil, también de la varonil.
Al final, los más de 40 mil aficionados que se dieron cita en San Nicolás se fueron tristes porque la portera de Rayadas demostró ser mucha pieza bajo los tres palos y le dio a su equipo su segunda estrella en su jersey.
Pero más allá del resultado, lo que queda como un hecho innegable es que Monterrey es una plaza futbolera y el resto de los equipos tienen mucho que aprenderle a las directivas rayada y azul y oro.
América ya está dando los primeros pasos con sus intenciones de llevarse a sus filas a Katty Martínez como parte de una renovación del plantel.
Quizás la directiva de las Aguilas finalmente se dio cuenta que las chicas también pueden jalar a los aficionados a las gradas, conseguir los patrocinios de conglomerados como Instagram y cultivar la afición de miles de niñas que, el día de mañana, comprarán abonos y camisetas.
No soy ingenuo, todo esto lo van a hacer por ganar dinero y no por igualdad, pero qué importa, por lo menos el billete les hizo salir de esa estúpida posición machista de que sólo los hombres pueden representar ganancias en el negocio del balón.
Al final eso es lo de menos, lo importante es que quizás, estas amazonas finalmente van a ver recompensado la sangre, sudor y lágrimas que dejan en la cancha cada jornada.
diasdecombate@hotmail.com