Al ser la liga de futbol mexicano de Primera División impredecible, inconsistente y además intolerante, la toma de decisiones en los equipos frecuentemente se hace de forma apresurada, dando pie a que el mercado de “espejitos” sea mucho mas que rentable para los mercenarios del deporte.
Ejemplos hay muchos y los ha habido desde hace mucho tiempo. El futbol regiomontano, como en otros equipos de la liga, ha sido víctima de personajes oscuros que han hecho mucho dinero ofertando jugadores, técnicos y cualquier cosa que se pueda comerciar alrededor de los clubes, no siempre de buena calidad.
Aunque esta “área de oportunidad” ha existido desde antaño, me parece que las características de impredecibilidad, inconsistencia e intolerancia del futbol actual han hecho que sea más rentable, aunque también arriesgado y breve, el obtener buenas ganancias por la compra-venta de “espejitos” que seducen a la vista, pero poco aportan en resultados. Además, el aficionado moderno al futbol es más exigente, mas conectado y visible a través de las redes sociales, y más impaciente en la espera de trofeos por su equipo.
La modernidad, los capitales y el sistema de competencia hicieron que el futbol mexicano se volviera impredecible, más ahora que entre la desaparición del descenso y el repechaje un equipo de torneo mediocre puede, en una combinación de resultados, fortunas y desgracias, llegar a ser campeón. Igualmente, la inconsistencia de jugadores y equipos es una variable permanente; una temporada van de líderes y a la siguiente de media tabla no pasan. Al sumar estos dos factores, lo impredecible y lo inconsistente, el resultado es la intolerancia, entendida como la falta de paciencia de aficionados y directiva a baches deportivos. Este futbol es, como buen reflejo de la sociedad en que vivimos, inmediatista.
En el caso de Monterrey, esa inmediatez es mucho más que manifiesta ante las buenas épocas recientes de los dos equipos. Tanto Tigres como Rayados son protagonistas y por sus buenos desempeños han trascendido internacionalmente, gracias a generosas inyecciones de capital para infraestructura, jugadores y técnicos. El mercado regio es muy atractivo para ganar buen dinero, incluyendo la venta de “espejitos” como lo fue Javier Aguirre, quien en teoría era la pieza que faltaba dentro y fuera del campo para completar un equipo ganador.
El curriculum profesional del “Vasco” es engañoso. De entrada, la experiencia internacional tanto en clubes como en selecciones impresiona. Ya en la observación a detalle la carrera es inconsistente y de nivel medio, coronada con un equivocado manejo de medios. Ya con Aguirre fuera, habrá que ver si la compra de “espejitos” sigue, especialmente cuando la presión insana de un grupo de barristas inadaptados que son alentados por fanáticos con micrófono demanda soluciones mas populistas que estratégicas.
En Tigres, pareciera que la venta de “espejitos” va viento en popa con el nuevo estadio. Hasta ahora, la posibilidad real de que exista un nuevo inmueble en terrenos de la UANL parece ser solo eso, una posibilidad. El pomposo evento de enero fue para firmar algo así como una declaración de que todos y todas quieren que se construya, pero hasta allí. Fuera de esto, el encargado del proyecto se la ha pasado en gira de medios, hablando de las bondades que traerá el moderno proyecto, mientras que CEMEX solo ha dicho que les venderá el cemento y concreto a precio preferencial.
Lamentablemente poco se puede confiar en una empresa que los dos estadios que supuestamente ya debería de estar construyendo, uno en Italia y uno en Yucatán, siguen en veremos. Lo que llama la atención es como una compañía internacional como CEMEX, que supongo debe de tener un área de inteligencia de negocios muy amplia y robusta, ha accedido a participar en el proyecto a través de Sinergia Deportiva, sabiendo que Juego de Pelota Inc. no ha terminado sus obras.
Hasta ahora, poco se ha escuchado de parte de las autoridades universitarias sobre el proyecto, mientras que del gobierno del Estado el silencio no se extraña tanto, porque los políticos hacen lo que sea con tal de aparecer en la foto, y más tratándose de el deporte más popular.
Lo que de alguna manera sostiene cierta credibilidad en el proyecto es la participación de Populous, firma inglesa que ha construido estadios por todo el mundo y que, de acuerdo a su sitio web, estaría a cargo del diseño del nuevo estadio; de la construcción, al menos en lo publicado, nada se dice.
En este México mágico donde todo pasa y nada cambia, habrá que ver si en tres años -fecha pactada para la inauguración- el “espejito” del nuevo estadio se convierte en diamante, o nos deja a todos solo con el dolor de ojos por la deslumbrada.
Horacio Nájera es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.