Aunque en realidad en mi caso debería decir que es fitness después de los 55, escribo este artículo inspirado en los muy buenos contenidos que ofrecen las redes sociales, particularmente Instagram, sobre cómo activarse físicamente pasados los 50 y, también, debo decirlo, por una recomendación de nuestro editor en jefe, Héctor Hugo Jiménez, quien recién estrenó sus seis décadas y me preguntaba cómo mantenerse firme y tonificado en estas edades.
Existen estudios para establecer que la regresión física se da aproximadamente pasados los 45 años, tanto en mujeres como en hombres, cuando comienzan a presentarse la falta de hormonas que nos van llevando a la menopausia y la andropausia respectivamente, que más allá de una simple condición relacionada a la vida sexual y su entorno, tiene que ver con el deterioro de articulaciones, huesos y músculos, entre otros órganos que van entrando en lo que será un día la vejez, esa palabra que a muchos aterra.
Es por ello que la mejor forma de prevención es precisamente la activación física, particularmente la que involucra ejercicios con pesas, así como una nutrición adecuada con su respectiva suplementación que refuerce nuestros diferentes sistemas orgánicos.
Sin importar si alguna vez se hizo ejercicio o se practicó algún deporte, independientemente del nivel con que se haya realizado o si jamás la actividad física ha sido parte de sus actividades diarias, las personas que pasan los 45 años deberían ocuparse en comenzar a incluirlas en su agenda, como una manera de procurar que, en el futuro, en la mediana y en la tercera edad, sus organismos tengan mejor calidad de vida, incluyendo los beneficios a todo su sistema inmunológico y mental.
Comenzar por caminar despacio, como se dice coloquialmente, paso a pasito, unos 20 minutos por sesión, tres veces por semana, puede ser una buena forma de iniciarse, además de practicar algunos estiramientos y movimientos básicos en casa.
El ejercicio cardiovascular en estas edades será importante para mejorar la salud cardiaca y en general el sistema respiratorio y la condición física, sin embargo, a menos que por gusto decida ser un corredor o practicante de ejercicios aeróbicos, no son tan importantes como los anaeróbicos, los de resistencia y los que involucran levantar pesas en sus diferentes modalidades.
La práctica de ejercicios de resistencia, de levantar y mover pesos, así como de fuerza, deberán ser la base del entrenamiento y lo que le dará mayor beneficio a los huesos, músculos y articulaciones, así como la producción de hormonas de manera natural y la estimulación de los neurotransmisores en el cerebro.
Tres o cuatro días por semana que involucren un plan de división de días para que se puedan cubrir todas las zonas musculares en ese periodo, podrían ser suficientes para estimular y lograr avances en la salud de todos los sistemas.
Combinar pesas libres (barras y mancuernas) con máquinas de peso integrado, con cargas moderadas que impliquen ir subiendo de esfuerzo cada semana, con buena técnica y cubriendo todas las zonas corporales, con rutinas de no más de una hora por sesión, será suficiente para ir logrando mejores condiciones de vida en todo sentido.
Existen diversos métodos de división de días, por lo que será importante saber cuantos días quiere dedicarse por semana para poder planear la rutina, cubriendo todo el cuerpo.
En cuanto a la piel “colgada” o los famosos “gorditos”, no existe una fórmula mágica para eliminarlos. Los ejercicios básicos para cada grupo muscular realizados en un promedio de cuatro series de 12 repeticiones con cargas moderadas pero suficientes para lograr el fallo, serán los que habrán de generar el estímulo para que el músculo crezca y le de salud a las articulaciones, huesos y otras fibras involucradas en los movimientos.
Para lograr una mejor forma y figura en la piel, inevitablemente deberá revisarse la alimentación, la hidratación y eventualmente quizás sean necesarios algunos suplementos como el colágeno y algunas cremas reafirmantes, cuyo uso haya sido comprobado.
El resto de la actividad tiene que ver con tener una vida saludable, reducir alimentos, bebidas y sustancias tóxicas que van mermando nuestra condición y salud en general, así como evitar el estrés, practicar meditación y relajación, igual que tener una sana higiene del sueño.