En una semana distinta, marcada por la tragedia, es difícil pensar mucho en el fútbol cancha y la memoria evoca imágenes crudas pero llenas de realidad que describen un país con una violencia palpable que difícilmente iba a dejar de permear el deporte nacional por excelencia.
No hay algo distinto que uno como aficionado pueda agregar, analizar o señalar sobre un drama que fue tan evidente, en un mundo tan evidenciado por los millones de cámaras que a diario nos rodean.
Tristemente tampoco debería sorprender que la preocupación, la sorpresa, la tristeza, las muestras de horror se acaben en unos días. Las mismas personas que dan vida al fútbol son los que mantienen este nivel de interés tal que este tipo de eventos se olvidan en un instante bajo la famosa frase: “El show debe continuar”.
Algunas decisiones salomónicas con el objetivo de llamar la atención y un viernes después, ya estaremos reportando fútbol de nuevo. Los sesudos análisis, los datos reales y falsos, videos virales, las campañas con los hashtags en redes sociales son la nueva indignación creando la sensación de que estamos haciendo algo cuando en realidad seguimos en el país de no pasa nada.
Todo esto trae a mi mente la idea de porque las cosas no cambian y probablemente no cambiarán, y no voy a descubrir el hilo negro, pero es tan simple, pero a la vez complicada, el poder de cambiar las cosas, esta en el propio aficionado.
Y no pienso en mantas, protestas o algo espectacular, sino en la silenciosa idea de simplemente ignorar un espectáculo que demanda mucho, pero devuelve poco y ahora hasta la integridad física arriesga de cualquier persona que solo desea pasar un buen rato familiar, de amigos o en pareja.
El grueso de las personas, que se dicen aficionados desean más poder, más voz y voto, quieren hacerse notar en el mar de camisetas del estadio para que jugadores, directivos y medios noten su presencia, misma que mantiene el espectáculo andando, y ahí el poder que no hemos sabido utilizar, no hay peor castigo que el ignorar un deporte que mediante medios, analistas e influencers le ha picado el orgullo a la gente para que reaccione y haga cosas que normalmente en sus cinco sentidos haría.
A todos los que desean mantener vivo este espectáculo porque viven de él, claro que invitarán y buscarán la reacción del respetable público, a nadie que ligeramente le salpique el beneficio de este gran negocio le conviene perder el interés de la “hinchada”, la que compra, la que consume, la que se emborracha, la que gasta horas y horas hablando y “sintiendo” la camiseta.
Los dueños del balón saben que no pasará nada, esto es fútbol, la gente esta muy metida en el día a día de escuchar a los medios, ver las redes sociales, “analizar” a su equipo y hacer alineaciones con saleros en los restaurantes, la violencia solo es un trago amargo que hemos aprendido a saborear, del cual nos quejamos y nos seguiremos quejando, pero al final, ya aprendimos a masticar.
A los que no se manifiestan, les llaman tibios, menudo control mental que desean ejercer sobre los demás, te quiere ver a ti, aficionado, reaccionar, de eso se vive en este ámbito, por eso una nueva generación de comunicadores en redes buscan la frase, la palabra, el video adecuado para generar, y el aficionado pensando mas en el que dirán que en sí mismo, está cautivo en un mundo que le pide membresía, pero ofrece pocos beneficios.
La violencia es solo una manifestación de nuestro México, de una parte, podrida que es difícil sanar, balaceras hay a diario, muertos se cuentan por decenas, vivimos en guerra constante y simplemente el deporte no se iba a salvar de algo que permea hasta los huesos a una sociedad con falta de bienestar en su base social mas amplia, la cual explota exigiendo lo suyo en maneras inimaginables.
Solo uno días, el show debe continuar, el publico cautivo prenderá el televisor y la tragedia se archivará en un cajón, como la guardería ABC, los chicos de Ayotzinapa, la pelea en el metro Aztlán.
El poder lo tiene cada uno, cada uno que decide asistir o no al estadio, prender o no la radio, indignarse en redes o activamente en una protesta.
Mientras los dueños del deporte sigan viendo una reacción, sabrán que nos tienen cautivos, el día en que los empecemos a ignorar, sabrán que el negocio estará perdido.
¡Saludos desde el sillón!