Finalmente, se le cumplió a la afición regia tener de nueva cuenta en la Monumental Monterrey a uno de los toreros más importantes del orbe taurino, Andrés Roca Rey, con tan mala suerte que el encierro que se lidió no funcionó y echó por la borda la ilusión de la afición de ver triunfar al peruano.
El tan esperado y solicitado retorno de Roca Rey, después de seis años de ausencia, pasó de puntillas.
El cartel combinó además otros ingredientes interesantes como el sorpresivo anuncio de despedida de Juan Antonio Adame “El Bala”, un torero de casa, así como el debut de otra promesa, como lo es Arturo Gilio hijo.
El cartel prometió, la afición asistió y desafió el inclemente frío, pero al final una vez más fallaron los toros, ¿por qué?
Pues por lo mismo que se ha venido diciendo en muchas ocasiones: los encierros cómodos y a modo para ‘las figuras’ no siempre funcionan.
Es preciso que este vicio, no de ahora, se vaya desterrando y que los profesionales vayan lidiando otros encastes.
Sí, por un lado, podría decirse que al ser ganaderías con los que ellos se sienten cómodos, debería estar casi seguro de que darán su espectáculo en el ruedo, ‘a la galería’, más no terminarían de convencer al público conocedor.
Por otra parte, ya está visto que estos encierros solo vienen a echar a perder la fiesta. Por lo general son justos en presencia y muy cómodos de cabeza, que no transmiten el peligro al tendido. Claro, nunca deseamos que ocurra una tragedia, pero sí que el ritual sea auténtico.
Pensábamos el año anterior, con los 10 festejos que se ofrecieron, que la Monumental Monterrey recobraría su sitio de plaza de primera categoría, pero aún seguimos lejos de conseguirlo.
Es urgente un cambio en la autoridad, en el juez de plaza que vele realmente por los intereses del aficionado y que la misma empresa se abra para que el público conozca durante la semana, el encierro que se lidiará.
No es justo que ‘Juan Pueblo’ pague un boleto de alto costo y al final reciba siempre lo mismo.
Para querer ser una plaza de primera categoría debemos voltear y tener como espejo la Nuevo Progreso de Guadalajara, donde difícilmente encierros como los que se lidian aquí, podrían ser autorizados allá.
No es posible tampoco que, en otras plazas, como las que hemos visto esta semana en los Carnavales, encierros de otras ganaderías estén mucho mejor presentados que los de Monterrey. Cuando los patronatos de las ferias y los alcaldes de esas plazas tradicionales de occidente están involucrados, exigen el toro con presencia y difícilmente incumplirán a su afición lo prometido.
La empresa de la Monumental Monterrey ya debe saber que la afición de Nuevo León, llámese del futbol o la que asiste a los grandes conciertos musicales, es fiel, pero también exigente y paga grandes cantidades de dinero por un abono o un boleto, pero sabe que a cambio verá un buen espectáculo y hasta podría festejar al final un campeonato.
La de los toros, en cambio, paga y al final de cada corrida le queda una gran desilusión y el sinsabor al no recibir lo justo.
Sí, la empresa es privada y está en su derecho de anunciar a quienes quiera, solo que la afición, de tanto, se cansa, principalmente de ver lidiar encierros que deberían ser la materia prima y terminan por ser ‘el coco del festejo’.
La afición ya exige un cambio de juez y quizá entonces, las cosas mejorarán para bien del espectáculo y de la empresa. Basta un poco de atención y volver a ‘querer y a creer’ en que la de Monterrey también es una gran afición.
Por hoy es todo. Hasta la próxima.
@martinbanda