Desconozco lo que pasó entre Cemex y Robert Dante Siboldi, pero la historia reciente de las dos partes no deja buenas cuentas, exhibe muchas dudas y devalúa la imagen de Tigres como organización y la del hoy extécnico como profesional del futbol.
Por el lado institucional, desde la llegada de Mauricio Culebro y la aparición pública de Mauricio Dohener, el club se la ha pasado en constante control de daños por sus controversiales decisiones ejecutivas.
Primero fue la salida de Ricardo Ferreti, a quien no renovaron el contrato entre sospechosismo generado con rumores y filtraciones a modo. Después la bizarra contratación de Miguel Herrera, quien fiel a su estilo, se le fue la boca y con ello el trabajo. Trajeron a Diego Cocca, quien más tardó en llegar que en irse, y para apaciguar la lumbre trajeron al bombero “Chima” Ruiz. Cuando se les fue el equipo, los directivos llamaron a Siboldi, parte por su capacidad, parte por su lugar en la historia del club.
La apuesta les funcionó, y la U de Nuevo León se trajo la octava, la Campeones Cup, el Campeón de Campeones y el subcampeonato.
Hasta allí todo iba aparentemente bien, pero se vino la eliminación contra Rayados, la no renovación del contrato y finalmente el despido, muy mal manejado en la estrategia de medios, que acabó con la era del técnico uruguayo, a quien la narrativa de los directivos reproducida por medios amigos lo presentan como deshonesto, desleal y hasta malagradecido.
¿Que tanta credibilidad les queda a los Mauricios ante Cemex después de cuatro técnicos y la crisis de imagen? Solo ellos saben.
Del otro lado, Siboldi ya tiene también su historia de controversias como técnico. El pleito con un jugador en Santos, la confrontación con directivos en Veracruz, y el contaminado entorno después de la tremenda “cruzazuleada” contra Pumas en liguilla. A pesar de sus resultados como entrenador, algo pasa con el uruguayo que no termina de consolidarse como una historia de éxito en el deporte mexicano. Será el ego, será el carácter, será la ambición, pero es una realidad que el técnico sale mal y muy seguido.
A unas horas de que se acabó la relación pero inició la novela, es claro que alguien está mintiendo en la historia, y esa mentira quedará sellada por los despreciables “códigos” del futbol profesional.
Si es cierto que Siboldi fue deshonesto, la famosa “responsabilidad social” que tanto pregonan en Cemex también incluye exhibir -con evidencia- prácticas irregulares que atentan contra la integridad del club.
Si Tigres miente, Robert debió de haber publicado un video en redes desmintiendo, también con pruebas, los rumores sembrados entre la prensa amiga que al menos hasta hoy, destrozan su entereza moral y muy probablemente sepultan su carrera en México.
En la cultura nefasta del manejo directivo en el futbol mexicano, los arreglos en lo oscurito, los silencios acordados por beneficio mutuo y la apuesta al olvido son norma. Eso no les quita que apesten, como hoy apesta en las oficinas del volcán.