Si ya de por sí, vivimos una época de críticas y cuestionamientos sobre los derechos y las obligaciones de los ciudadanos, en la que constantemente se hacen juicios fundados o no, de prácticas, conductas, roles, costumbres y tradiciones, imaginémonos que le espera a la Fiesta Brava ahora que están iniciando los posicionamientos político electorales, de muchos que querrán agenciarse votos y simpatías.
Han pasado ya muchos meses y la Fiesta Brava en nuestro país, sigue padeciendo el ataque constante y despiadado de los que se dicen “pro animalistas” y del desprecio y ninguneo de muchas autoridades que han “desaparecido” los festejos taurinos, por quedar bien y congraciarse con los grupos de poder político y de quienes se ufanan de defender la vida animal y ambientalista desdeñando y poniendo oídos sordos a todos los reclamos de miles de personas que viven de lo que rodea a la fiesta taurina y de quienes tenemos la afición por la Fiesta Brava.
Cada día, el tema prohibicionista, se polariza aun más por los que pregoneros de la defensa de los animales y de quienes defienden sus fuentes de trabajo y de sustento que suman miles y por los que sustentan su defensa a la tauromaquia tomando en cuenta su culturalidad al definirla como una tradición como fiesta popular que nos fue heredada desde la llegada de los españoles.
Han sido muchos y muy variados los argumentos para la defensa de la Fiesta, uno de ellos es el que tiene que ver con la conservación del toro como una especie animal única y con características individuales y otros defendemos a la Fiesta Brava por su origen cultural, fundamentando nuestro dicho en que la fiesta de los “toros” data de muchos siglos atrás y que por ende su conservación y permanencia se ha justificado por ser una fiesta popular española que se arraigó en México, Perú, Colombia, Ecuador y en otros países latinoamericanos.
Han sido muchos años en los que personajes entrañables como fueron los matadores de toros, Ponciano Díaz, Rodolfo Gaona y Lorenzo Garza entre muchos otros, que le dieron lustre a nuestro México en el mundo, al considerárseles como figuras del toreo y de la cultura popular mexicana.
De ser antes considerados los toreros como héroes e ídolos populares importantes, hoy en día se les cataloga por algunos inadaptados críticos como los nuevos representantes de la “barbarie humana” al ser partícipes de lo que consideran un espectáculo violento e indeseable en la actualidad.
A la fecha ni el más avezado “animalista” ha argumentado sólidamente que la tauromaquia en su esencia promueva la violencia y con ello justifique que las corridas de toros deban desparecer y con ello dar al traste con siglos de cultura taurina.
Será pues importante, que los aficionados a los toros no solo “defiendan” a la fiesta acudiendo a todo festejo taurino que se les atraviese en su camino, también deberán avocarse a hacer entender a los que se dicen anti taurinos a los políticos ambientalistas y a los periodistas mal informados y tendenciosos, lo que es y de lo que se trata y representa una actividad lúdica y ancestral como lo es, la Fiesta Brava.
Será importante hablarles del significado del patrimonio cultural inmaterial en nuestro país y del efecto que tiene en nuestra legislación.
No olvidemos que nuestra cultura se conforma por nuestras propias costumbres, expresiones, conductas y tradiciones que se definen de lo que somos.
México es un país con historia y diversidad cultural, por lo que una fiesta tan popular y tan nuestra como lo es la fiesta de los toros, no deberá desaparecer por discursos, dogmas o posturas políticas electorales que consideran a los “toros” como políticamente incorrectos.