En su magnífico libro Tarjeta Roja, el periodista Ken Bensinger sostiene que el futbol profesional es un deporte seguido por aficionados considerados tontos por los magnates organizadores de los torneos, que los manipulan para beneficiarse sin escrúpulos. Lo peor de la corrupción en el futbol federado es que el dinero desviado para los bolsillos de los empresarios, deja de llegar a las comunidades desfavorecidas, a donde debieran ser enviados parte esos abundantes recursos para mejorar canchas, dar uniformes y botines en comunidades pobres, y desarrollar el juego entre la niñez de los países afiliados.
La manipulación de los empresarios es evidente. A mediados de año, el dueño del América, Emilio Azcárraga, reveló el génesis verdadero de ese adefesio de competencia denominado play-in en esta temporada del futbol mexicano, consistente en el agregado de partidos previos a la liguilla, en forma de repesca entre los últimos calificados.
Esos partidos extras no eran para hacer más emocionante la competencia, como lo anunciaron. El propósito, aceptó, era pagarle a las televisoras los juegos que se suspendieron en la pandemia. Se cortó prácticamente media temporada. Los equipos ya habían recibido sus dividendos, pero no lo habían saldado en forma de actuaciones, partidos, compromisos transmitidos.
De esta forma se inventó esta dichosa forma de eliminación previa. En este torneo Apertura 2024 se jugará de la siguiente manera: América enfrenta a Tijuana en solo partido. El ganador avanzará en posición 7 de la tabla. El perdedor de este duelo, tendrá una oportunidad más de avanzar y se medirá con el ganador de la otra llave, la de Chivas contra Atlas. El sobreviviente será el lugar 8, para cerrar la puerta de la fiesta grande.
Es fea esta manipulación del sistema, el criterio pecuniario por encima del deportivo. El imperio es el del dinero. Hay una imposición para obtener más recursos, millonarios, por supuesto, en base a una inventada necesidad para hacer el show supuestamente más interesante.
Bien se ha dicho, que el futbol es un juego de gente pobre que beneficia a la gente rica.
No basta con que los aficionados sean fieles cautivos de un espectáculo que está en permanente crisis desde hace años. La forma de llevar la competencia ha empobrecido laexpectativa. No hay urgencia de los equipos de mitad de la tabla hacia abajo, por rendir buenas cuentas numéricas. Sin descenso se extinguió el apuro.
Antes los clubes se mataban para achicar las naves hundiéndose, cuando estaban en la cola. Se iban al descenso en medio de una tragedia mayúscula. Ahora hay una comodidad insultante entre los equipos mediocres, lo que se ve reflejado en una asistencia descendiente en las tribunas y una caída de los ratings de TV.
La creación del famoso play-in pone un lastre a la calidad de la competencia y le resta credibilidad. En lugar de clasificarse ocho, entran a la fiesta diez, porque, nos guste o no, ese invento de marras ya es liguilla. Puede darle esperanza a aficionados de más equipos, pero puede provocar disgusto, también, entre los otros que, en otras circunstancias hubieran ingresado con pase normal, sin tener que desgastarse con juegos extras.
Y todo para que se paguen los compromisos de la televisión.
El dinero, siempre el dinero, como prioridad en nuestro futbol organizado.