Ser seguidor de Cruz Azul es como estar sentado en la estación del tren, para esperar nada, me explicó una vez un amigo seguidor de los cementeros, que se la ha pasado en estos años triste y languideciendo en una banca del andén, como la Penélope de Serrat.
Me dijo, resignado: si llega alguna novedad es bienvenida y si no, ahí seguimos sentados viendo pasar vagones, pasajeros campeonatos, copas que otros levantan.
La poética de mi amigo está obviamente aparejada con la desesperanza. No se puede esperar nada de un equipo que la cruzazulea con demasiada frecuencia y que en los partidos decisivos se empequeñece y no funciona ni aún con viagra futbolero.
Para colmo, su disfunción para los triunfos es hasta motivo de orgullo de los seguidores, que han encontrado en su talante estoico una fachada para los malos tiempos, que son bastantes y frecuentes.
Va, este fin de semana, La Máquina contra el América para buscar su liga número 10, mientras los emplumados buscan la 15.
El juego de vuelta de la Final, se dirimirá el domingo en el Estadio Azteca y si bien la serie está abierta, hay un factor emocional que pesa como una losa contra los azules.
El América ha vivido de su soberbia y su capacidad para reponerse a las adversidades en circunstancias excepcionales.
Se le da al once de Coapa ser fanfarrón y presuntuoso, como el equipo histórico y más prominente del balompié mexicano.
Las Águilas nunca han pasado de moda y permanentemente se mantienen en el candelero, aún cuando no lo estén.
Porque la fanaticada que los odia, se mofa de ellos en épocas famélicas, lo que hace que se mantenga vivo su espíritu de competitividad.
En cambio, el equipo de la Cooperativa Cruz Azul hace muchos años que dejó de ser referente de lucha y ahora es, más bien sujeto de la mofa.
Recuerdo en aquellas épocas de los 70 y 80, cuando era un equipazo que hacía que vibrara la afición del país entero.
En aquellos años aumentó mucho su base de seguidores por el futbol vistoso que desplegaba los sábados a las cinco de la tarde en los juegos que televisaban a nivel nacional desde el Estadio Azteca.
Eran los tiempos en que estaba a sus servicios Miguel Marín, el argentino extraterrestre que lo paraba todo. Pero ya no. Con el paso de los años, Cruz Azul perdió la chispa y enmoheció el engranaje.
Aún se recuerda aquella final épica del invierno 97 que ganaron contra León, la más brava de todas sus conquistas, con el gol de oro de penal de Carlos Hermosillo.
Pero después de eso, hubo una larguísima espera, que transcurrió entre sinsabores y desdichas. Perdieron, en hilera, seis finales, a lo largo de un par de décadas, hasta volver a obtener la gloria en el torneo Guardianes 2021.
Se puede suponer que lo de los celestes es pura mala suerte. La directiva ha demostrado un interés permanente por mantener al equipo en una posición de competencia, aunque los jugadores que han traído de Sudamérica son, principalmente, figurines de mediano caldado.
Y se ha convertido, pues, de manera permanentemente en la fiesta de los ocho, aunque no es capaz de avanzar mucho en la instancia definitoria, y menos de alcanzar un cierre feliz.
La lógica indica que el América se coronará este domingo en su estadio. Son una escuadra mucho más poderosa y capaz, y es la que mejor ha jugado a lo largo de este Clausura 2024.
Sin embargo, en el futbol siempre pasan situaciones extrañas. Los duendes de la fortuna a veces meten la mano y desvían un tiro que iba a puerta para que dé en el palo y salga. A veces hacen que el defensa dé un mal regreso al portero.
O hacen que se quede colgado un zaguero para que no se marque fuera del lugar. O le susurran diabluras a los encargados del VAR. O mal aconsejan a los árbitros.
O hacen que el delantero tropiece con una hormiga antes de disparar. No sé. En el futbol pasan situaciones extrañas. Una mala tarde la tiene cualquiera.
En el transcurso de un par de horas se puede echar por la borda el trabajo de toda una temporada.
Cruz Azul puede esperar, con el rosario en la mano y el muñeco de Julián Quiñones pinchado de alfileres, que el América tenga una mala tarde, la peor del semestre, lo que lo lleve a cometer errores que paguen caro.
A fin de cuentas, el futbol es un deporte que está lleno de esperanza y al Cruz Azul le ha faltado mucho de eso en años recientes.