Gerardo Martino, mejor conocido como el “Tata”, está en una silla muy caliente, la de la Selección Mexicana; pero aún sintiendo el calorcito es una silla cómoda y muy redituable.
Pareciera que Martino tiene un manual con las acciones necesarias para cobrar cada quincena algunos billetes verdes para llevárselos hacia Argentina. Convocar a los mismos, las mismas alineaciones, el mismo estilo de juego y, sobre todo, los mismos resultados.
No es el señor Gerardo el que vendrá a revolucionar el futbol mexicano, ni en resultados, ni en táctica y, según la evidencia en el campo, tampoco la mentalidad. Mas de lo mismo otro cuatrienio, y pareciera que el deporte quisiera parecerse a la política, una bonita campaña inicial para restregarnos la realidad después de las elecciones.
Como aderezo para complementar esta ensalada de mediocridad está el rumor de que quisieran algunos dueños del célebre futbol nacional, regresar al “Piojo” Herrera como técnico nacional.
Tal vez le faltó noquear a Martinoli, o aparecer en más comerciales, pero sinceramente no veo cómo Miguel pueda lograr algo diferente de lo que ya logró en su etapa anterior, ósea, nada.
Vivimos de la cultura de pensar que soñando cosas “chingonas”, como dice el filósofo de Los Ángeles, o del échale ganas vamos a lograr algo diferente. La gallina de los huevos de oro se está acabando, nos emocionaremos en el Mundial y después el suplicio de otros cuatro años que pudieran ser dos si Infantino logra sus planes.
Cada vez es más difícil ver al equipo del “Tata”. No puedo culparlo por el bajo nivel de los jugadores, pero sí puedo darle su mérito por no buscar otros jugadores, caras frescas que renueven el equipo, el ambiente y que haga sentir a los intocables que tienen que ganarse el lugar.
Como decía Marco Antonio Solís: ¿a dónde vamos a parar? Probablemente a donde mismo, octavos de final de la Copa del Mundo, algunos partidos moleros y las narraciones de Martinoli y compañía que son la razón por las que sigo viendo los juegos.
¿Y del Mundial de Clubes?, mejor hablamos la otra semana.
¡Saludos DESDE EL SILLÓN!