La democratización en el consumo de contenidos provocada por las tecnologías de la información acaba de transformar -para bien y para mal- el futbol femenil en México. La transmisión en línea de la final entre Tigres y Rayadas a través de Facebook superó las 140 mil personas conectadas, dejando por mucho el récord anterior, también alcanzado en una final felina, de 63 mil conexiones activas.
Como organización, el club de futbol Tigres ha sido exitoso en el manejo de redes sociales, especialmente en el equipo femenil. Las “amazonas” han acompañado su brillante desempeño en la cancha con una eficiente estrategia de mercadotecnia deportiva que incluye, además de la transmisión en línea, presencia en redes sociales y un videoblog semanal. Hasta antes de la final, mediciones internacionales mantenían al equipo regio como una de las cuentas con mas interacciones en Twitter a nivel mundial entre clubes profesionales de futbol femenil. La cereza en el pastel de esta temporada fue la iniciativa de “llover” peluches al medio tiempo del juego de vuelta, bastante popular entre equipo de la liga profesional de hockey (NHL).
Aunque al igual que Tigres, otros equipos femeniles como el America y las Chivas ofrecen transmisiones en línea en sus partidos como locales, la presencia de las felinas ha dominado las redes tanto como ha dominado en la historia de la liga femenil, como quedo mas que demostrado en la transmisión de la final de vuelta. En mi opinión, una buena parte del éxito se debe a que el narrador de los juegos es Antonio Nelli, quien mas allá de reconocida capacidad profesional, conocimiento del juego y de las jugadoras, ha preservado su rol de periodista y no ha decantado -como sucede en otras transmisiones- por la posibilidad de convertirse en porrista con micrófono, lo cual según el mismo Nelli lo ha dicho, se le ha respetado desde la directiva.
En la evolución del internet se ha pasado a la llamada Web2.0, ó la red participativa, en esencia la explosión de sitios que enfatizan el contenido generado por los mismos usuarios con facilidad e interoperabilidad. A diferencia de la primera versión del internet donde el contenido era creado y controlado por empresas de comunicación como Google, la “democratización” que las redes sociales le trajeron a la información y las interacciones le ha permitido a cada aficionado decidir como, donde y hasta cuando ver los partidos de futbol de su equipo favorito.
Los grandes perdedores han sido los medios tradicionales que no solo se quedan sin audiencia; hoy también los conductores, narradores y reporteros se encuentran mucho más expuestos por su trabajo y hasta por sus preferencias deportivas, lo cual les trae frecuentemente duros ataques en redes sociales de parte de los aficionados del equipo contrario. Ese es el lado dañino de la democratización de las redes, ya que cualquier fanático descerebrado se escuda detrás de una pantalla para insultar y alentar a otros a hacer lo mismo. Igualmente lamentable es la existencia de empleados de los clubes que se olvidan de la responsabilidad que conlleva el administrar una cuenta o plataforma de redes sociales institucional, y que en arranques de pasión no desconectan el estómago del cerebro y los dedos al momento de publicar o transmitir.
Otro efecto de la democratización del mundo virtual es que la ya de por si delgada frontera entre la libertad de expresión y la libertad de agresión es prácticamente invisible en las redes sociales; por eso la moderación de comentarios debería de ser un tema mayor por atender entre los clubes de futbol femenil profesional en México por dos cosas: una, porque el espectáculo es femenino en un país y una plataforma reconocidas por sus altos niveles de misoginia, y dos, porque la visibilidad de la comunidad LGBT dentro del gremio femenil va en aumento y tiene que asegurarse que las decisiones e identidades individuales se respeten en igualdad.
Horacio Nájera es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.