Coincido con el gran periodista mexicano Enrique Burak en su desprecio al futbol soccer profesional simplemente por las marrullerías de algunos jugadores cuando, por cualquier rozón en una jugada, lanzan un grito de muerte y se retuercen en el césped (natural o sintético), a pesar de que las cámaras de TV evidencian que no es para tanto.
Es lo feo que atenta contra el fair play de un deporte que así educa a los niños, adolescentes y jóvenes para que utilicen este truco, especialmente si les favorece para que el árbitro expulse a un colega de profesión o bien para ganar tiempo si su equipo va ganando o bien para enfriar la acometividad del conjunto rival. Es cierto que existe en el reglamento la opción de que el árbitro sancione a un “picudo” que simule un derribo o falta, pero pocas veces ocurre que el infractor convenza que no está fingiendo y termina saliéndose con la suya.
Es raro que la Comisión de Árbitros tenga en la mira a estos jugadores tramposos que ganan fama de saber engañar a la autoridad en la cancha. Rogelio Funes Mori, de los Rayados de Monterrey, es uno de ellos, pero francamente es difícil, igualmente, aplicarle la lupa sin ninguna consideración, pues hay ocasiones en que los golpes de los contrarios le tupen bien y bonito a fin de limitar su efectividad en jugadas claves y en los disparos a gol. Y así ocurre con otros profesionales que se pasan de la raya en cualquier choque con un adversario.
Es lo feo del futbol soccer profesional, dice Enrique Burak, por lo cual él no sigue este deporte. En cambio, admira el beisbol por el rigor en el comportamiento de sus practicantes y porque su fórmula y pausas no dan lugar a roces ríspidos entre ellos, aunque también hay otro tipo de marrullerías que lo ensucian, como el robo de señales que en Estados Unidos a llevado a sanciones a escuadras muy acreditadas por llegar a las famosas Series Mundiales.
Pero Burak hace una comparación entre el futbol soccer profesional y el futbol americano, lo que le permite concluir que este último los trancazos sí son en serio y los protagonistas del rectángulo no hacen tanto escándalo ni se escudan en sus lesiones para detener el juego intencionalmente ni se burlan de la autoridad con simulaciones infantiles.
Sin embargo, dentro de lo feo del futbol soccer profesional en México hay protagonistas del mismo que también reprueban la validez del gol de local en los cuartos de final y semifinales de los actuales torneos. Y Miguel “El piojo” Herrera es uno de ellos, a pesar de que el equipo Tigres, que dirige en su primera etapa aquí, acaba de ganar su ansiado pase a la siguiente fase precisamente porque empató a dos con Torreón y con eso tuvo para el gran festejo el domingo pasado en la cancha del Estadio Universitario.
En cambio, ahora que se medirá al León podría ocurrirle una suerte a la inversa porque cerrará la competencia el sábado la tierra donde “la vida no vale nada” y si a los panzas verdes les conviene enconcharse para pasar ala gran final con la gracia del gol de local, no dudemos que se protegerán en esta facilidad que les da el reglamento.
En fin, lo feo del futbol soccer profesional (también la multipropiedad, por ejemplo) podría remediarse con más atención de quienes son responsables no solamente de grandes inversiones financieras para el espectáculo de las masas, sino también de la presión que la opinión pública pueda aplicar para el saneamiento de este deporte-negocio que es un gran distractor para el público y una fuente de recursos para empresarios, medios informativos y pequeños comerciantes en todo el mundo. Bien vale la pena limpiar lo sucio y mejorar lo mejorable a fin de que lo que pasa en las canchas retribuya en algo o mucho a los espectadores que se prenden con las jugadas de sus ídolos aunque sea por los medios audiovisuales y no siempre en un estadio.